Lluvia, cera y miedo en la capital del sobresalto

Es martes, la lluvia ha empapado las flores y los mensajes de solidaridad y del balcón de la sala de fiestas del Boulevard Voltaire, alguien ha colgado una pancarta verde que reza 'La libertad es un monumento indestructible', una frase que hoy en día resulta más un deseo que una realidad. Aunque hayan abierto los colegios, las tiendas y los museos, el país sigue consternado y siguen llegando flores a los altares en memoria de los 129 fallecidos. Uno de los últimos, un centro de flores del ministro de exteriores de Japón.

La noche ha sido larga en el Ministerio del Interior. Hasta 128 operaciones se han llevado a cabo de madrugada para avanzar en la investigación y dar caza al octavo terorista. Su cara está en todos los lugares de la ciudad y en todas las ciudades de Occidente. Se llama Salah Abdeslam y es hermano de Nrahim Abdeslam, uno de los siete suicidas identificados. Los coches de la policía secreta con sus pequeñas sirenas azules vuelan cada poco tiempo por los bulevares de la ciudad.

A media mañana, los Gendarmes han localizado aparcado en el distrito XVIII un Renaul Clio negro que participó en los atentados. Más de 115.000 policías y militares están patrullando el país entero para proteger a los ciudadanos de un nuevo ataque y encontrar a los culpables.