Trump intenta unir al país en torno a su nacionalismo

En el mejor discurso político que haya dado hasta ahora, Trump condenó categóricamente los crímenes de odio que han repuntado por todo el país desde que ganó las elecciones, celebró a los afroamericanos, se convirtió en adalid de los que sufren enfermedades raras y se comprometió a impulsar las oportunidades de las mujeres en el mundo de los negocios, velar por su salud y conseguirles bajas de maternidad. En suma, intentó reconciliarse con cada grupo al que ofendió durante la campaña, excepto con los inmigrantes sin papeles, cabezas de turco de todos los males de los que no puede ni quiere prescindir. Para seguir proyectando en ellos un falso aumento de la inseguridad anunció la creación de VOICE, una oficina de gobierno para las Victimas de Crímenes de Inmigración que había invitado al hemiciclo.

Trump incluso neutralizó astutamente la amenaza potencial que supone la familia del Navy SEAL fallecido en Yemen durante la primera operación militar que aprobó, una pifia de principio a fin en la que murió Ryan Owell y una treintena de civiles, casi la mitad mujeres y niños. Los padres del héroe caído no han querido estrechar la mano del presidente, que fue a recibir el féretro a la base de Dover, y demandan una investigación para determinar las responsabilidades. El comandante en jefe las ha trasladado implícitamente a los generales que perdieron a Ryan, dijo horas antes en entrevista con Fox.

La Casa Blanca invitó a la viuda para que presenciase en directo el homenaje que le rendiría durante su primer discurso en el Congreso, y en ese momento se convirtió en presidente de todos, le reconoció Van Jones, un ex asesor de Obama para empleo verde que, habitualmente, es uno de sus críticos más elocuentes. Si algo puede borrar momentáneamente las profundas diferencias que hoy dividen al país es un homenaje a un héroe caído. Los demócratas, que habían regateado aplausos, se unieron a la bandada republicana del hemiciclo fundiéndose en una impresionante ovación de más de dos minutos que debió parecer eterna a la viuda, bañada en lágrimas, que intentaba sin éxito contener su dolor ante las cámaras mientras rogaba al cielo. Fue uno de los momentos más extraordinarios de la política estadounidense, concedió Van Jones.

Por fin Trump se convirtió en el presidente que querían ver los votantes renuentes que le eligieron por la firmeza de sus palabras y las promesas de cambio. Este tipo me cabrea, pero la verdad es que el discurso ha sido genial , reconoció uno de los que había reunido CBS para su grupo de foco. Ahora quiero ver cómo camina en los próximos 90 días.

Basta ver cómo ha caminado en los últimos 40, pero el mago de los rating televisivos, a punto de sacarse de la manga una nueva orden ejecutiva para vetar musulmanes, sabe que es capaz de crear realidades alternativas con sus palabras. Detrás de ellas los defensores de la verdad, a los que acusa de crear bulos, recordaban que no hay en EE UU 96 millones de personas buscando empleo, porque eso incluiría a todos los adolescentes mayores de 16 años, sin tener en cuenta a los estudiantes, enfermos, jubilados y todos los que han decidido no ser parte de la fuerza laboral.

Su promesa de agua limpia era, cuando menos, cínica, porque horas antes había firmado una orden ejecutiva que anula las protecciones medioambientales para los acuíferos. El problema con él siempre es el mismo, lo que dice no tiene nada que ver con la realidad, suspiró frustrado el líder de los demócratas en el Senado Chuck Schumer.

Trump ve con satisfacción el nuevo orgullo nacional que está barriendo a través de nuestra gran Nación y encuentra una corriente de optimismo que coloca sueños imposibles firmemente a nuestro alcance, celebró. Lo que estamos viendo hoy es la renovación del Espíritu Americano, acuñó. Nuestros aliados descubrirán que EE UU está una vez más listo para liderar. Todas las naciones del mundo amigos y enemigos- descubrirán que EE UU es fuerte, orgulloso y libre.

Su discurso proteccionista resonaba con un 78% de los espectadores encuestados al vapor por CNN al decir que durante demasiado tiempo hemos visto a nuestra clase media menguar a medida que exportábamos nuestros empleos y nuestra riqueza a países extranjeros. Hemos financiado y hemos construido un proyecto global detrás de otro pero hemos ignorado el destino de nuestros hijos en los cinturones urbanos de ciudades como Chicago, Baltimore, Detroit y tantos otros lugares de nuestra tierra. Hemos defendido las fronteras de otros países dejando las nuestras abiertas de par en par para que las cruce cualquiera y para que entren las drogas a un ritmo sin precedentes. Y hemos gastado billones de dólares a ultramar mientras dejábamos que nuestra infraestructura se desmoronase.

De acuerdo a la lista de promesas que formuló, las industrias moribundas volverán rugiendo a la vida. Nuestros militares recibirán los recursos que necesitan sus valientes guerreros. La infraestructura que se desmorona será reemplazada con nuevas carreteras, puentes, túneles, aeropuertos y trenes que brillarán por nuestra hermosa tierra. La epidemia de drogas se debilitará hasta desaparecer, los ignorados cinturones urbanos renacerán de esperanza, seguridad y oportunidades.

El credo que hará posible ese mundo de Trump se resume en dos palabras: América First. La demanda simple y crucial de que EE UU ponga a sus ciudadanos por delante de todo que, a su juicio, es la que creó el verdadero terremoto en las urnas.