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MERCEDES GALLEGO
Lunes, 1 de febrero 2016, 00:47
¿Será este el año del primer presidente hispano en EE UU? ¿La primera mujer presidenta? ¿El primer socialista en la Casa Blanca? ¿O tal vez la primera estrella de reality show? Todas esas opciones son posibles después de que el estado de Iowa barajase ... a los aspirantes y descartase a unos cuantos.
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Las encuestas daban como favorito de los conservadores a Donald Trump, pero cuando hablaron los votantes a las 7 de la tarde hora local, reunidos en caucus como se hiciera en el siglo XIX, el poder de los evangélicos inclinó la balanza en favor del Senador texano Ted Cruz, que obtuvo un 28% de los votos. A Trump, que no le gusta perder, le pisaba los talones a solo un punto el también senador cubanoamericano Marco Rubio, el tercer candidato más votado, que con el 23% se convierte automáticamente en la opción más viable del aparato del partido para vencer a los radicales antisistema que ocupan los dos primeros puestos.
Enterrado en sexto lugar, con poco más de 5.000 votos, quedó Jeb Bush, el hermano menor de George W. Bush, que hace un año se perfilaba como el ganador indiscutible de la contienda republicana. La plataforma de acción política que le apoya ha gastado 70 millones de dólares en anuncios, la mayoría destinados a atacar a Rubio, al que quería despojar de ese tercer puesto con que se ha erguido y que casi se convierte en segundo. «El momento que dijeron que nunca llegaría ha llegado», anunció Rubio al celebrar sus buenos resultados. «Dijeron que no tenía suficientes canas y que debía esperar mi turno, pero después de ocho años de Barack Obama ya no podemos esperar más para recuperar nuestro país».
Le contemplaban, decepcionados, los votantes de Trump, congregados en el Hotel Sheraton de West Des Moines. Muchos confesaban haberle votado porque no soportan a Cruz. El abucheo general que recibió el ganador cuando apareció en las pantallas de televisión contrastó con los silbidos de entusiasmo que acompañaron a algunas de las palabras de Rubio, al que muchos de los seguidores de Trump están dispuestos a votar si gana la nominación.
Trump les aseguró que no será necesario porque seguirá adelante y acabará ganando la representación del Partido Republicano y hasta la presidencia en noviembre, cuando se disputen las elecciones generales para suceder a Obama en la Casa Blanca. «No sé si será Hillary Clinton o Bernie Sanders, pero nuestros sondeos indican que puedo vencerles a los dos», anunció el multimillonario.
La ex primera dama a la que también se daba hasta hace poco como inevitable sucesora de Obama en el Partido Demócrata se encontraba a esas horas virtualmente empatada con un senador independiente de Vermont que tiene las agallas de presentarse como socialista, en un país donde la Guerra Fría condenó esa palabra a los avernos. En las últimas semanas los Clinton forzaron toda su maquinaria para impedir la victoria de Sanders, pero sólo lograron sacarle dos décimas. Con un 100% de los votos contados, Clinton tenía un 49.8% frente al 49.6%.
El bando demócrata
La ex secretaria de Estado cree que al final quedará por arriba, pero para la campaña de Sanders el resultado ha sido «una tremenda victoria», proclamó su jefe de campaña Jeff Weaver. «Mira lo que hemos logrado, hace nueve meses teníamos el 5% y hemos terminado con el 50% de los votos».
Sanders es el único candidato que no tiene una de esas plataformas de acción política para recaudar fondos ilimitados de forma oscura. El senador de 74 años despierta un entusiasmo desbordante entre los jóvenes y quienes no han visto cumplidas sus expectativas progresistas con Obama. Con 3,5 millones de donaciones individuales que apenas alcanzan los 27 dólares de media, Sanders supera el entusiasmo y la humildad de recaudación de fondos que distinguió la campaña de Obama en sus orígenes. Gente como Susan Sarandon y Michael Moore se han sumado recientemente a sus filas.
«Lo que ha empezado esta noche en Iowa es una revolución política», anunció el candidato que promete poner freno a la avaricia corporativa y subir los impuestos a Wall Street para pagar la atención sanitaria y educativa de todos los estadounidenses.
Sanders ha pedido recontar los votos de 90 colegios electorales de Iowa y se dispone a anotarse una victoria más contundente en New Hampshire la semana que viene, ya que el estado vecino al suyo es el territorio más propicio del que dispone. Clinton, por su parte, cuenta con ponerle freno en Carolina del Sur y otros estados sureños, pero todo indica que la batalla por la nominación será larga en ambos partidos.
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