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ÓSCAR B. DE OTÁLORA
Sábado, 26 de noviembre 2016, 12:49
La muerte de Fidel Castro abre una incertidumbre sobre el futuro de la isla, unas dudas que ya existían desde la victoria electoral de Donald Trump. En este sentido, uno de las claves del triunfo del magnate americano fue el voto de Florida, un estado ... con una fuerte comunidad de exiliados cubanos anticastristas y que había mostrado su desapego hacia los demócratas después de que Obama alcanzara un acuerdo con las autoridades comunistas de la isla para acabar con el bloqueo económico. Pero un cambio de este tipo cuenta con el rechazo de importantes sectores económicos norteamericanos, que esperan contar con el mercado de 11 millones de cubanos gracias a las políticas de apertura.
Con respecto a Cuba, Trump ha prometido que modificaría todos los acuerdos del expresidente Obama a menos que La Habana "cumpla con nuestras demandas de libertad religiosa y política". El magnate norteamericano, durante su campaña electoral en Florida, insistió en que uno de sus objetivos en la Casa Blanca sería "apoyar al pueblo cubano en su lucha contra la opresión comunista. El pacto de Obama solo beneficia al régimen de Castro".
Pese a estas declaraciones, en la comunidad cubana de Miami existe una desconfianza hacia las políticas que pueda llevar a cabo el futuro mandatario norteamericano, ya que, en el pasado, ha mantenido distintas posturas con respecto a la isla. En este sentido, al conocerse en 2014 los acuerdos de Barack Obama con Raúl Castro, patrocinados por el Papa, Trump se mostró partidario de esta entente. En unas declaraciones posteriores, aseguró que era necesario negociar un acuerdo mejor que el que pactó el presidente. Posteriormente, ya en campaña, se comprometió a derogar las disposiciones sobre Cuba firmadas en la Casa Blanca.
«Ese mercado debe ser nuestro»
En su pasado como magnate de los hoteles, Trump también ha mantenido posturas ambiguas sobre la isla. En 1999 declaró que era consciente de que la isla sería una buena inversión para sus infraestructuras turísticas, pero resaltó que sus principios le impedían invertir en una isla dominada por los comunistas. Sin embargo, más adelante declaró que estaba dispuesto a abrir hoteles en Cuba "cuando sea legal". Estas declaraciones las realizó en una visita a los supervivientes del desembarco de la Bahía de Cochinos, el intento patrocinado por el Gobierno americano de acabar con la revolución y que fracasó en 1961.
Trump, por otra parte, ha permitido que los miembros del ala más dura de su partido tomen posiciones con respecto al futuro gobierno. Sin embargo, uno de los grupos de poder más importante de EE UU, la industria agroalimentaria, ha manifestado desde hace un año que era necesario poner fin al embargo para poder acceder a un mercado de 11 millones de consumidores de la isla. La administración de Obama ya afirmó en 2015 que el 80% de los cereales que consume Cuba son importados, principalmente desde la Unión Europea, por lo que el bloqueo suponía cerrarse las puertas de uno de sus mercados más importantes. El secretario de Estado del Departamento de Agricultura, Michael Scuse, declaró en este sentido: "El mercado de cereal de Cuba debe ser nuestro".
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