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Homenaje a las víctimas de la escuela de Beslan en 2004. :: afp
Francia, un gigante militar

Francia, un gigante militar

Por sí sola podría destrozar rápidamente al Estado Islámico en Siria e Irak si no fuera por las implicaciones geopolíticas que convulsionarían más Oriente Medio

DANIEL REBOREDO DANIEL REBOREDO HISTORIADOR Y ANALISTA POLÍTICO

Domingo, 22 de noviembre 2015, 00:56

A raíz de la matanza de Charlie Hebdo todo el mundo en Francia se mostró de acuerdo a la hora de afirmar que el país se hallaba profundamente dividido y que había de mejorar su nivel de convivencia. El país estaba en ello cuando el tremendo atentado que sacudió París el viernes de la semana pasada, causando decenas de muertos y heridos, paralizó dicha iniciativa y acentuó su intervención militar en Siria. El horror parisino forma parte del complejo momento geopolítico en el que nos encontramos y Francia es uno de sus principales actores. Francia, gendarme de África. Francia, metrópoli con innumerables intereses en sus antiguas colonias. Francia, potencia militar europea y mundial.

Pero, ¿qué hay de cierto en esta última afirmación? ¿Es una realidad o una debilitada aura de su pasada 'grandeur'? Podemos preguntarnos si la participación del portaviones Charles de Gaulle en la guerra contra el Daesh (Estado Islámico), que se suma a los seis cazas Rafale de Emiratos Árabes y a los seis Mirage de Jordania, es suficiente para considerar a Francia una potencia militar. Obviamente, sólo por esto no. Sin embargo, el país galo lo sigue siendo y sin ayuda de ningún otro país podría destrozar, en primera instancia y rápidamente, al Daesh en su feudo sirio-iraquí. Claro que dicha acción de guerra total generaría unas graves implicaciones geopolíticas que convulsionarían aún más toda la zona de Oriente Medio y su onda expansiva llegaría hasta África y Europa.

Francia es sin duda alguna una de las principales potencias militares del mundo y así lo ratifican todos los estudios especializados. Un poderoso ejército, incluyendo fuerzas aéreas, marítimas y terrestres, satélites y un avanzado arsenal de armas de destrucción masiva así lo constatan. Un informe del laboratorio de ideas (think tank) Global Firepower de 2013 la colocaba en un sexto lugar tras EE UU, Rusia, China, India y Gran Bretaña al valorar los 362.485 miembros del personal militar activo, las 544 aeronaves y las 180 unidades de su Fuerza Naval. No se contemplaba un poderío nuclear (310 ojivas) sólo superado por Rusia (8.484 ojivas) y EE UU (7.530 ojivas). El sitio web Global Firepower la colocaba en el séptimo lugar del ranking mundial tras EE UU, China, Rusia, India, Corea del Norte y Turquía, después de analizar el tamaño del presupuesto de Defensa, el número de miembros militares activos, el número de tanques y vehículos blindados, el número de aviones y helicópteros y el número de embarcaciones navales. Constatamos a través de estos datos que aunque Francia no tiene la reputación de una superpotencia militar, lo es sin duda alguna.

El ejército más poderoso de Europa, si obviamos a Rusia, tiene unas tropas profesionalizadas y acostumbradas a estar en el exterior del país. Posee fuerzas terrestres en África (un batallón de infantería de marina en Costa de Marfil, otro en Gabón, otro en Senegal y un regimiento y una brigada de la Legión Extranjera en Yibuti), en el Caribe (un batallón en Guadalupe y un regimiento en Martinica), en la Guayana francesa (dos regimientos), en el Oceáno Indico (un regimiento y un destacamento de la Legión Extranjera) y en el Océano Pacífico (dos regimientos en Nueva Caledonia y Tahití).

Tiene bases navales en territorio propio de ultramar (Guayana, Martinica, Nueva Caledonia, Reunión y Tahití) y en territorio extranjero (Abu Dabi en Emiratos Árabes, Dakar en Senegal, Dzaoudzi en la isla de Mayotte y Yibuti). Con más de 150 buques integrando su fuerza naval (de guerra, de apoyo y submarinos), destacando un portaviones y cuatro submarinos de propulsión nuclear; con un ejército de tierra formado por dos brigadas acorazadas, una brigada ligera acorazada, una brigada ligera acorazada anfibia y dos brigadas de infantería mecanizada y los regimientos de las fuerzas expedicionarias destinados en el exterior y, finalmente, con unas fuerzas aéreas integrada por aviones de combate como los Rafale B (151), los Mirage 2000 (315), los Dassault Mirage F1 (65), los Alpha Jet (99), etc. y helicópteros Tigre (80), NH-90 (11), Gazelle (267), Super Puma, Cougar, etc., Francia destaca en el club de las potencias militares mundiales y, en mayor medida, si consideramos que, al igual que sucede con la Armada, dispone de armas nucleares.

Demostrada efectividad

La efectividad de las fuerzas armadas francesas ha quedado sobradamente demostrada en las últimas operaciones en el exterior en las que ha participado. En África, 44 intervenciones desde la de 1961 en Túnez hasta las de 2013 y 2014 en Malí, pasando por las de Camerún, Comores, Congo Brazzaville, Costa de Marfil, Chad, Gabón, Guinea Bissau, Libia, Mauritania, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Ruanda, Somalia, Togo, Zaire y Yibuti. Francia tiene más de cinco mil hombres en el continente, sin contar las fuerzas especiales; una presencia permanente en Costa de Marfil, Chad, Gabón, Senegal, Reunión y Yibuti; asociaciones de defensa con ocho países (Camerún, Comores, Costa de Marfil, Gabón, República Centroafricana, Senegal, Togo y Yibuti); acuerdos para la formación de oficiales africanos y una importante urdimbre de agregados, consejeros y cooperantes militares.

El poderío militar francés es una realidad que no se puede cuestionar. Claro que disponer de una gran capacidad militar no es sinónimo de ganar guerras en estos tiempos. Francia no puede emplear todo su potencial militar en un escenario como el sirio donde la dificultad es mayúscula. Pero ello no es óbice para reconocer que la solución a agresiones terroristas como la del pasado día 13 pasa por destruir el Daesh y promover un verdadero diálogo en Siria, contando con El-Asad, cortando sus vías de financiación y dejando de utilizarlo como herramienta para intereses particulares; por fomentar acuerdos como el que ahora gestionan EE UU y Rusia y, fundamentalmente, por impedir que se produzcan nuevos atentados fanáticos.

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