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LOURDES GÓMEZ
Martes, 27 de octubre 2015, 00:38
Tony Blair lanzó su primera línea de defensa con la limitada disculpa sobre la invasión de Irak que el ex jefe del Gobierno británico emitió el domingo en una entrevista con la cadena estadounidense CNN. Éste es el veredicto de la mayoría de los medios de Reino Unido sobre la última interpretación del antiguo dirigente laborista acerca de los motivos y consecuencias de la guerra de 2003, que llevó al derrocamiento de Sadam Husein. Familiares de los 173 militares británicos muertos en Irak en la ofensiva dirigida por EE UU y Reino Unido expresaron además «repugnancia» por la falsa expiación demostrada por Blair, según recogió ayer el diario conservador The Daily Telegraph.
La CNN extrajo un amago de disculpa de Blair durante la filmación del reportaje 'El largo camino al infierno: América en Irak'. En el programa, el ex primer ministro aceptó responsabilidad por errores en la planificación de la posguerra y asumió por primera vez cierta culpabilidad por lanzar la operación bélica con datos equivocados de los servicios secretos británicos sobre los arsenales de destrucción masiva bajo control del presidente iraquí.
«Me disculpo por el hecho de que la información de Inteligencia que recibimos era errónea. Porque aunque (Sadam Husein) había utilizado armas químicas contra su propia gente y contra otros, el programa no existía en la forma en que nosotros pensamos», dijo frente a las cámaras. Blair también entonó un débil mea culpa por «algunos errores en la planificación» de la guerra y sobre todo en «nuestra valoración de lo que sucedería» al destronar al presidente iraquí.
Pero, en línea con anteriores intervenciones sobre el mismo asunto, el ex líder laborista desaprovechó la oportunidad de pedir perdón a las tropas y al resto de la ciudadanía por las consecuencias del «derrocamiento de Husein». «Incluso hoy, en 2015, es mejor que (el antiguo dictador iraquí) no esté allí», remarcó.
En primera línea
Los medios enmarcan la declaración de Blair en el contexto de la investigación de John Chilcot sobre la decisión y repercusiones de la guerra de 2003. Ocho años después de su puesta en marcha, y tras haber recogido testimonios orales y por escrito de sus protagonistas, aún no hay una fecha exacta para publicar el informe. La demora se debe a que todos los criticados han podido rebatir los argumentos y pruebas incluidas en el trabajo.
Blair está en primera línea de los censurados por Chilcot, asumen políticos, analistas y medios británicos. «Está asegurándose de que el terreno político quede abonado para la lucha en defensa de su reputación», vaticina The Telegraph. «Blair saca pronto su escudo iraquí», interpreta The Times. «Esta medio sentida disculpa no aliviará a las familias» de los soldados «que nunca regresaron», advierte The Daily Mirror. Blair «culpa a las agencias de Inteligencia», observa el Morning Star.
Chilcot, que ha examinado 150.000 documentos y las declaraciones de 150 testigos, está a punto de comunicar el «calendario» de publicación del informe que lleva su nombre. Y, como señala el veterano corresponsal político del rotativo The Sun, Trevor Kavanagh, Blair, el «gran manipulador, ha rechazado cualquier grado de culpabilidad por la mayor catástrofe geopolítica del siglo».
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