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Miguel Salvatierra
Sábado, 14 de febrero 2015, 07:58
El acuerdo que entra en vigor este domingo será determinante para saber las últimas intenciones del presidente ruso, Vladímir Putin. Aunque hay elementos de guerra civil en el conflicto, a nadie se le escapa que las fuerzas rebeldes del este de Ucrania son un títere ... en manos del Kremlin, empeñado en ampliar su zona de influencia e impedir que las organizaciones paneuropeas tejan lazos con los países limítrofes.
Existe el precedente del efímero primer alto el fuego, pero ahora parece que todos han puesto todas las cartas sobre la mesa, o al menos eso debe deducirse de la maratoniana negociación cebrada en Minsk, la capital bielorrusa, entre el eje franco-alemán, Hollande-Merkel, y la contraparte rusa y ucrania. Los preliminares no han sido precisamente esperanzadores con la persistencia de los combates en las zonas de conflicto y cerca de veinte muertos horas después de anunciarse el acuerdo. Kiev también ha acusado en las últimas horas a Moscú de entregar a los rebeldes armamento pesado para alcanzar la mejor posición en la entrada en vigor del alto el fuego.
La prueba más expresiva de las dudas en torno a la efectividad del acuerdo es la decisión de la UE de mantener las sanciones previstas contra Rusia que entrarán en vigor el lunes. Supone un aviso de que Europa no se va dejar engañar y que no desistirá en sus represalias económicas si persisten las hostilidades.
Para que el alto el fuego sea efectivo será vital que la OSCE pueda abrir y mantener ese pasillo de 50 kilómetros entre las partes enfrentadas. Habrá que ver si se cumplen las garantías dadas por los dos bandos a para que los supervisores puedan cumplir su trabajo sin interferencias y sobre todo sin acciones de violencia, como las que se cometieron en el pasado.
En cualquier caso la esperanza sigue viva de momento, pese a las dudas y cautelas, a la espera de que el esforzado trabajo de Merkel y Hollande pueda abrir la vía para la pacificación de Ucrania. Hay demasiado desgaste, demasiadas víctimas (al menos 5.500) y demasiadas penurias económicas que pueden ayudar a que se abra paso un tregua al menos.
En última instancia quizá todo se reduzca a, como apuntó el primer ministro británico, David Cameron, a si realmente Putin cambia de comportamiento y decide frenar la anexión del este de Ucrania, después de hacerlo con Crimea. El acuerdo de Minsk, pese al reconocimiento de las reclamaciones de autonomía de los rebeldes, reafirma la integridad territorial de Ucrania y el mantenimiento de sus actuales fronteras. Si hay paz será porque Putin desiste de consumar del todo la anexión de esa nueva parte de Ucrania que prácticamente tiene ya en su poder.
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