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Alfonso Torices
Martes, 14 de junio 2016, 00:40
Albert Rivera cumplió hoy con todos los objetivos que se había propuesto en el debate a cuatro. El líder de Ciudadanos, a diferencia de hace seis meses, cuando en un escenario semejante sucumbió a la presión y su papel defraudó las expectativas, salió al ataque ... desde el minuto uno y logró situarse donde quería, en el centro, como la alternativa moderada y regeneradora contra un Mariano Rajoy que no hace reformas, no cumple sus promesas y no persigue a los corruptos y un Pablo Iglesias que quiere «machacar a la clase media» y arruinar al país con el modelo económico griego.
Rivera, pese a ser el cuarto en discordia, gracias a la falta de presencia de Pedro Sánchez, logró hacerse visible y colocarse entre PP y Podemos como la alternativa moderada para el Gobierno de España, como «el cambio sensato, el cambio a mejor», desplazando de esa ubicación al PSOE sin necesidad de nombrarlo ni atacarlo. Se dedicó a golpear a izquierda y derecha y a presentar sus propuestas como «realistas» y «posibles» frente al «inmobilismo» del PP y al extremismo de Podemos, que quiere, dijo, «quitarle la cartera a los autónomos», despilfarrar el dinero público y, «con la piel de cordero de socialdemócrata», llevar a España al «corralito» de sus amigos griegos de Syriza.
Con seguridad en sí mismo, con la lección bien preparada, sin rehuir ni un solo enfrentamiento, fue evidente que su objetivo desde un principio era romper la pinza que polariza la campaña en busca del voto útil a los dos extremos y conquistar al electorado más templado de PP y PSOE que aún duda a qué opción votar. Rivera, gracias a las últimas encuestas, sabe que hay 1,8 millones de electores que buscan motivos para decantarse por una de las tres formaciones. Ciudadanos vio en el debate la palanca para dar un giro a su campaña, en la que hasta ahora se conformaba con consolidar sus 40 diputados, y lanzarse a por la millonaría bolsa de votos, en busca de un salto de escaños en el Congreso.
El líder de Ciudadanos se fue directamente a por Rajoy, le acusó de cobrar en B, de proteger a Luis Bárcenas y le restó «toda autoridad moral» para presidir un nuevo Gobierno en España, por lo que le pidió que «reflexione» y dé un paso atrás «por España» para permitir un acuerdo de Gobierno con «gente limpia de su partido». Igual de contundente fue con Iglesias. «Usted no pide dinero a los bancos porque le da siete millones de euros el Gobierno de Nicolás Maduro», le espetó.
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