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David Valera
Sábado, 12 de marzo 2016, 07:26
En las últimas elecciones generales 25 millones de personas votaron en once horas. Ayer los 600 delegados de UGT necesitaron de cuatro horas para completar el ritual de la papeleta en las urnas. Y es que la elección de Josep María Álvarez como nuevo ... secretario general del sindicato pasará a la historia no sólo por poner fin a la etapa de 22 años de Cándido Méndez al frente de la organización, sino por la maratoniana jornada de votaciones que se ha prolongado hasta el amanecer. A las tres de la madrugada algunos de los delegados, aquellos cuyo apellido empezaba por la letra 'O', salían del salón en el que se encontraban las urnas con cara de indignación al mirar el reloj. ¿Cómo pudo prolongarse durante tantas horas si sólo tenían que votar 600 delegados?
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La clave se encuentra en el arcaico sistema elegido, que buscaba garantizar a toda costa el voto secreto teniendo en cuenta lo ajustado del escrutinio y que acabó retrasando de forma extenuante todo el proceso. El 42 Congreso Confederal de UGT había fijado las cinco de la tarde como límite para presentar las candidaturas -se requería reunir un 25% de avales-. Sin embargo, ya el proceso de verificación de estas firmas fue tedioso. De hecho, se tardó más de dos horas y no se hicieron públicas cifras oficiales.
Paralelamente a esto los delegados debatían y votaban las enmiendas acordadas en las distintas comisiones de trabajo. Este proceso concluyó sobre las 22.30 horas. Tras un receso de una hora los dos candidatos en liza dispusieron de unos 20 minutos para realizar un último alegato ante los compromisarios. Pasada la una de la madrugada dio comienzo la votación. El sistema acordado suponía que el voto se realizaría uno a uno y por orden alfabético. La idea era evitar o al menos dificultar que las federaciones votaran en bloque. Además, para eliminar cualquier tipo de presión o suspicacia, los delegados, tras ser llamados, debían acudir a una cabinas donde, libres de las miradas ajenas, cogían las papeletas antes de salir e introducirlas en las urnas. A la hora que canta el gallo se anunciaron los resultados del escrutinio.
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