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borja gonzález
Domingo, 25 de octubre 2015, 03:06
MotoGP explotó en Sepang, una detonación de esas que ha dejado muchos daños colaterales. Desde el jueves se respiraba un ambiente extraño en el penúltimo Gran Premio de la temporada, decisivo en un Mundial que se ha ido desarrollando desde una competitividad máxima entre Jorge ... Lorenzo y Valentino Rossi, con la influencia de factores meteorológicos, y de otras estrellas como Marc Márquez o Dani Pedrosa. En ese día Rossi decidió apuntar a Márquez -un ataque ya intuido en Phillip Island tras la carrera-, y que se centró en la manera de correr del piloto español en la prueba australiana. Una interpretación de lo visto allí que arrancó un carrusel de declaraciones.
El astro italiano puso en el foco al astro español, que interpretó esta andanada como una manera de colocarle en el centro de la diana, como un intento de achantarle en posibles peleas. A esto contestó con un inocente 'yo no quiero estar en medio de nada, él me ha intentado meter de nuevo en el campeonato'. Lorenzo, desde fuera, aprovechó para señalar a su compañero de equipo y trató de relacionar sus declaraciones con la asunción de su debilidad, con el hecho de ser más lento que sus jóvenes adversarios.
El sábado, el mallorquín tuvo un mal día, algo que Rossi aprovechó para golpearle en la calificación robándole el último puesto en zona de privilegio en parrilla de salida. Todos los ingredientes estaban puestos sobre la mesa para una carrera que pretendía ser algo parecido a la maravilla vivida en Phillip Island una semana antes. Pero no, la carrera histórica de Australia tuvo su respuesta en otra carrera igualmente histórica, aunque con un poso muy negativo.
«Estoy muy triste con lo que ha pasado», comentaba, cabizbajo, Ángel Nieto, el gran icono del motociclismo español. Lo que pasó fue el final abrupto de una pelea tensa y extraña entre el italiano y Márquez que puso patas arriba el campeonato. En realidad, lo sucedido en la carrera -en el plano deportivo- quedó minimizado por lo sucedido entre las vueltas cuatro y seis, con catorce adelantamientos y con un decimoquinto en el que llegó la tragedia.
Dani Pedrosa confirmó su poderosa pole con un gran arranque y un ritmo sólido e imposible para el resto de competidores. Sin nadie por delante, sin apenas amenazas por detrás, Pedrosa completó una de esas carreras que otras veces se le han visto y que significó su vuelta a lo más alto del podio después del triunfo de Japón, aquel en condiciones de mojado, este en seco. Un triunfo importantísimo para la autoestima de un piloto que ha sufrido mucho en los últimos meses y que a principio de temporada tomó la decisión de parar para tratar de buscar una solución para sus problemas en el antebrazo derecho, algo que encontró en las manos del doctor Ángel Villamor. Tras Pedrosa cruzó la meta Lorenzo, que otra vez no logró ganar en Sepang, pero que firmó un resultado de oro en su pelea por el título. Aunque la cara del mallorquín dejó de expresar satisfacción una vez que se percató de lo que había sucedido por detrás.
Y es que por detrás la guerra Rossi-Márquez larvada desde principio de año, y puesta en escena por el italiano en la previa al Gran Premio, estalló con una virulencia inesperada. Después de que Lorenzo pasase a Márquez en la tercera vuelta, tras una regular salida, el foco de atención se puso enseguida sobre Márquez y Rossi. En un fin de semana en el que todo lo ocurrido entre los dos se estuvo mirando con lupa, los dos protagonistas de la refriega del Gran Premio se encontraban en la pista. Y el duelo cumplió con todas las expectativas, pero en negativo. En esas dos vueltas juntos quedó la sensación de que no estaba en juego el tercer puesto, más bien era un ajuste de cuentas mientras Lorenzo iba ampliando su ventaja.
Lucha sin cuartel
Ninguno buscó ponerse delante para tirar, cada adelantamiento era respondido por otro adelantamiento, eso sí, inmediato pero limpio, aunque rompiendo con el protocolo del actual MotoGP de encadenar vuelta tras vuelta a un ritmo demoniaco. Márquez argumentó posteriormente la imposibilidad de rodar más rápido, Rossi que era su rival el que no le dejaba tirar hacia delante a por Lorenzo, algo que después no demostró cuando se quedó solo en el tercer puesto. Y se quedó solo porque se buscó con el español en una refriega con tintes barriobajeros, con miradas en medio de la pista.
Llegados a un punto, la curva 14 de la vuelta siete, la Yamaha fue abriendo la trayectoria poco a poco, bajando alarmantemente la velocidad, con la Honda por fuera invitada a acercarse a la línea exterior de ese giro; una escena a cámara lenta que reventó con el movimiento de la pierna izquierda de Rossi que impactó en la mano derecha de Márquez, la del freno, y que provocó la caída del campeón de los dos últimos años. Fin de la historia. Y fin del Mundial más apasionante de los últimos años.
Rossi decidió al terminar no dar la cara en la rueda de prensa oficial, comparecencia ante los medios en la que el ganador, Pedrosa, y el segundo, Lorenzo -con mucha más contundencia-, le afearon la conducta. «La actitud del italiano es indefendible. Nunca vi algo igual en MotoGP. A otro piloto le hubieran sancionado más», espetó el balear. A media tarde Márquez reconoció haberle perdido el respeto al que en el pasado había sido su ídolo y dejó claro que «esa acción en fútbol sería roja directa»; Rossi manchó a un más su expediente poco después manteniéndose en sus trece, señalando a su rival como el culpable. Y lamentando, con una velada amenaza de no correr, la sanción -mínima visto lo visto- que le hará salir el último en la carrera definitiva de Valencia. La que decidirá el título de un Mundial que iba para fiesta y que Rossi reventó en una carrera que pasará a la historia negra del campeonato.
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