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El australiano Daniel Ricciardo, en el centro, celebra su victoria con el segundo clasificado, Nico Rosberg (izda.), y Sebastian Vettel, después del GP de Canadá celebrado en el circuito Gilles Villeneuve.
Ricciardo rompe el dominio

Ricciardo rompe el dominio

En una prueba caótica, en la que los Mercedes sufrieron serios problemas, Hamilton abandonó y Alonso sólo pudo ser sexto

DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO

Lunes, 9 de junio 2014, 00:59

La foto de la carrera no la protagonizó un Mercedes por primera vez en la temporada. No fueron Nico Rosberg o Lewis Hamilton, los habituales, en sonreír en lo más alto del podio, sino la inmensa ristra de detalles de Daniel Ricciardo los que coparon los flashes del Gran Premio de Canadá 2014. En una carrera absolutamente anárquica, el australiano rompió el dominio de la escudería alemana, al superar al propio Rosberg y a su compañero Sebastian Vettel. El vigente campeón volvió al podio, y aceptó de buen grado el papel de segundo piloto que tuvo en esta carrera, como demostró el arreón que le dio a su compañero en lo más alto del podio.

Si el ganador fue totalmente inesperado, en gran medida, se debió a un hecho casi inédito: el abandono de Lewis Hamilton. Tanto él como Rosberg tuvieron problemas en el motor eléctrico, lo que provocó que se quedaran sin 160 CV de potencia. No obstante, la mala suerte se cebó más con el británico que con el alemán, ya que sus frenos acabaron ardiendo y tuvo que abandonar por segunda vez en esta temporada. Hamilton sólo pudo ver cómo su compañero iba hasta el séptimo podio de la temporada, flanqueado por los Red Bull, que lograron subir a sus dos pilotos a lo más alto de manera totalmente inesperada.

El podio bien podían haberlo ocupado pilotos poco acostumbrados en esas zonas. Sergio Pérez, Felipe Massa o incluso Nico Hülkenberg y Valtteri Bottas estuvieron en las quinielas instantáneas hacia el final de la prueba. Quien nunca tuvo opciones de cajón fueron los pilotos de Ferrari. Fernando Alonso acabó sexto -salía séptimo- y Kimi Räikkönen décimo -salía décimo-. Una posición ganada en total en una prueba en la que, con un coche sin problemas («En las rectas íbamos lastrados», afirmó Alonso tras la carrera) y con una estrategia distinta, bien podrían haber llegado al podio. Buen ejemplo de la situación de la 'Scuderia' es cómo acabó la prueba para Alonso: estaba peleando con Hülkenberg por el cuarto puesto en la última vuelta cuando, en la horquilla de la curva diez, Jenson Button les robó la cartera a ambos. Y Alonso no pasó a Hülkenberg, claro.

La séptima prueba del año comenzó un tanto... rara. Max Chilton, el eterno, se llevaba por delante a su compañero Jules Bianchi en la primera vuelta y destrozaba, además de la carrera de su equipo, su particular racha de 25 carreras consecutivas acabando. Es el primer abandono de Chilton en la Fórmula 1.

Más adelante, Hamilton y Rosberg se enganchaban en una particular lucha fratricida que tuvo dos momentos clave. Primero, Rosberg se vio forzado a recortar en una 'chicane', por lo que fue investigado y absuelto para enfado de su compañero. Cuando de nuevo Hamilton estaba atrapándole, de manera paralela, en el muro de Mercedes recibieron sendos mensajes de problemas por parte de sus pilotos: ambos se estaban quedando sin potencia. Ambos perdieron, prácticamente a la vez, el motor eléctrico de sus respectivos monoplazas, por lo que por detrás sus rivales empezaron a oler sangre. Los Force India, los Williams y, sobre todo, los Red Bull, supieron que era ahora o nunca. Hamilton se descartó solo. Su agresividad le pasó factura, y sus frenos acabaron ardiendo cuando estaba luchando con su compañero. Segundo abandono de la temporada, y quién sabe si no le cuesta mucho más que una herida en su orgullo.

Rosberg comenzó a verse impotente. Todos le empezaron a recortar tiempo a un ritmo imposible de sostener, pero con una sangre fría que bien le puede valer un título al final, aguantó como pudo. Sergio Pérez se quedó sin frenos, sin potencia y sin DRS. Pero no le ocurrió lo mismo a Daniel Ricciardo, que se sabía superior al final de la prueba. En medio se coló un sobreexcitado Felipe Massa, que llegó a la carrera mejor que nadie. Sólo tenía que superar a Pérez, con problemas para aguantar, y el podio -como poco- sería suyo. Pero las carencias de un piloto como Massa salieron a flote: en la última vuelta no previó un ligero cambio de frenada del hombre de Force India y lo embistió. Vettel le esquivó.

Como si de una carrera del Mundial de motociclismo se tratara, la victoria se decidió en las últimas curvas. Ricciardo esperó con el cuchillo entre los dientes y, en cuanto Rosberg dejó un ligero hueco, se lo quitó de encima. El líder del campeonato sólo quería acabar cuanto antes y el coche de seguridad le dio una tranquilidad absoluta.

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