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arturo casado
Lunes, 15 de agosto 2016, 12:54
Han pasado ocho años desde que un chaval jamaicano deleitara al mundo con su extrema velocidad. Fue en los JJOO de Beijing y con solo 21 años consiguió batir tres records mundiales: 100 metros, 200 metros y 4x100 metros. Todos los que estuvimos allí recordaremos ... ese antes y después para nuestro deporte.
Este punto de inflexión representó la llegada de un ídolo. A partir de aquí hasta ahora, el atletismo a nivel mundial está representado por este sprinter de 195 metros de altura, acaparador de portadas, de revistas y de redes sociales. Podríamos decir que este chico sustenta un deporte. Un deporte que está sufriendo una crisis importante y del que solo se acuerdan de él cada cuatro años cuando llegan los Juegos Olímpicos. ¿Qué sería del atletismo sin Bolt?
Desde hace ocho años, Bolt no ha dejado de ganarlo todo. Volvió a batir todos sus records en 2009 en el Campeonato del Mundo de Berlín y solo en el Campeonato del Mundo de Daegu del 2011 dejó de ganar. Fue descalificado de la final de 100 metros por una salida nula. Han sido ocho años que han marcado la era Bolt. Que han motivado a millones de niños de todo el mundo para tratar de emularle. Un periodo en el que una estrella del atletismo se equiparaba con cualquier otra de cualquier otro macrodeporte como el fútbol, el tenis o el baloncesto. Con el mismo impacto mediático.
Pero para los amantes de este deporte, antes llamado deporte rey, se nos va acabando el chollo. Usain disputaba la madrugada del domingo en Rio su tercera final olímpica de 100 metros. Cuando el jamaicano de Trelawny corre, muchos aficionados sentimos la necesidad de que gane. Y esto sucede principalmente por tres motivos. En primer lugar, su poder mediático y consecuentemente el del propio deporte están en juego. En segundo lugar, su máximo rival es el estadounidense Justin Gatlin, que estuvo sancionado nada menos que cuatro años por dopaje. Una victoria suya representaría una derrota para el atletismo. Y finalmente, Usain ha creado devoción en nosotros y se podría decir que su personaje ha alcanzado la condición de héroe.
A diferencia que en los mundiales pasados en Beijing en los que Usain llegaba peor de forma de lo que normalmente acostumbra por problemas de lesiones, a Río llegaba con toda la confianza después de haber corrido unos magníficos 200 metros en Londres en julio en 19,88 segundos. Ya en las semifinales se le vio demoledor, dejándose ir en los últimos 20 metros como hace siempre. La final estuvo marcada por su lenta salida, limitada por su enorme envergadura, y por su arrebatadora aceleración que literalmente destrozó a sus rivales en 9,81 segundos. Segundo fue Gatlin y tercero el joven canadiense De Grasse. Desafortunadamente, creemos que dentro de cuatro años en Tokio, Bolt no disputará su próxima final de cien metros. ¿O sí?
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