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Laura Marta
Sábado, 13 de agosto 2016, 22:12
En la distancia, Marta da fuerzas a su madre. Ella se ha quedado en Tarifa, porque se hubiera aburrido sin más niños con los que jugar y porque quiere que su madre gane otra medalla de oro. «Era mejor así, no es fácil, pero tengo ... que estar centrada en esto ahora. No era productivo. Allí, con los abuelos se lo pasa pipa", cuenta Marina Alabau. Inmune al virus del Zika porque ya lo pasó, y con su niña bien atendida y segura en España, ataca hoy la regata con la que espera revalidar su triunfo de Londres partiendo desde la sexta plaza (iba tercera y fue sancionada). Un oro por el que luchó toda la vida. «Siempre he estado muy obsesionada con ser campeona olímpica. Traté de clasificarme desde Atenas, me quedé cuarta en Pekín y me dije a la próxima no se me escapa. Los Juegos de Londres fueron muy especiales, y ahora me siento un poco avariciosa porque teniendo un oro... quiero otro. Con el que tengo es como si el deporte me hubiera dado ya suficiente, pero...», explica la andaluza, que también reconoce que la obsesión del oro la llevó a una cierta calma después, en la que se ha relajado un poco.
«Es que... recuerdo mucha emoción. Pasé la línea de llegada y me acuerdo que pensé: Ya me puedo morir tranquila, por fin eres lo que siempre has querido. Y lo recuerdo eso todos los días. En Pekín era favorita, en Londres era favorita y ahora también, pero dentro de cuatro años no sé si seguiré compitiendo. Las citas olímpicas hay que tomárselas muy en serio, y cuando tienes la oportunidad de la medalla... a por todas», asegura esta deportista, con un marido entrenador y muchas regatas a la espalda. Como en un proceso casi natural, Alabau ganó torneos en España, después en Europa y después mundiales. «Es un currículum que te da la confianza y que te hace llegar a ser oro olímpico. Nadie lo es sin ese proceso». Y sin las cientos de horas de entrenamiento que le dan derecho a pensar que tiene posibilidades de volver a triunfar en Río. «Aunque hay ocho o nueve chicas que estamos al mismo nivel y solo hay tres medallas», admite.
Se alegra de la evolución del deporte en España, de su repercusión y de lo bien que lo están haciendo las mujeres. «Se han notado las ayudas, yo creo que desde Barcelona 92, pero esto no es me despierto mañana y soy campeona. Todo tiene un proceso y estamos recogiendo ahora los resultados. Pero yo tengo que agradecer que, a pesar de querer ser madre, me han seguido apoyando para seguir compitiendo. Esa es la diferencia con antiguamente. Si no tienes la ayuda económica no puedes competir y tener una familia a la que alimentar». Orgullosa de su oro, su mejor medalla, por supuesto, es Marta. «Me gusta mucho formar parte de esta primera generación de madres olímpicas. Al final, lo que necesitas para ser madre es cierta ayuda con los niños para que tú puedas seguir entrenándote. Pero se hace más duro. Si ya es duro ser deportista y viajar por el mundo se hace difícil, viajar con tu niña o tener que dejarla es todavía peor».
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