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Rodrigo Errasti Mendiguren
Sábado, 9 de enero 2016, 02:32
El Real Madrid se mostró rehabilitado de la mano de Zinedine Zidane y superó a un voluntarioso Deportivo, que juega y deja actuar. Le derrotó cuando hubo batalla gracias a la efectividad de sus cracks, que se mostraron más comprometidos que nunca. Las estrellas, en ... especial un Bale enrachado de cara a gol, juegan con más alegría, tiran más desmarques, generan una circulación de balón más rápida y, sobre todo, tienen una trabajadora actitud. No defienden mucho mejor, pero sí transmiten un entusiasmo que ya ha contagiado a la afición. Con esta goleada el proyecto ZZ se infla y vienen cuatro jornadas ideales para que se siga aumentando. Veremos si en mayo el globo está en lo más alto, en el cielo, o se ha pinchado.
La ilusión estaba de vuelta al Bernabéu, donde horas antes del partido se vendían camisetas con el nombre y número de Zidane. El campo estaba lleno, como si de un plumazo se hubiesen olvidado los problemas previos a una etapa de Benítez que parece ya borrada en un parpadeo, casi tan rápido como la mención de 23 segundos que le hizo Florentino para destituirle en el acto de presentación del icono francés. Aquello era un revival, una vuelta a los primeros años del siglo. El problema es que el regreso de ZZ no fuese para golpear de volea un balón colgado desde la banda o hacer una ruleta marsellesa.
Zidane apostó de inicio por un once que nunca usó Benítez. En él estaba Isco, del que tanto se espera desde hace años pero apenas ha mostrado detalles de calidad en duelos de menor importancia desde que hace cinco años apareció por los campos de Primera. La llegada del francés puede hacer que el andaluz crezca exponencialmente, que no sea un nuevo Guti, que deje de ser más efectista que efectivo para ser usado más como adorno que como una pieza clave de engranaje de una máquina letal. Se siente titular, pero para ello debe demostrar con juego y argumentos que lo merece. Con Zidane tendrá la confianza que solicita. Por delante, la BBC permutaba de posiciones, cambiando de posiciones Bale y Cristiano, que fue el primero en probar a Lux pero no le pudo superar.
Lucas tuvo el 0-1
El Deportivo salió con personalidad: sin miedo, presionando arriba y pisando el área de Keylor, que evitó el 0-1 en un mano a mano de Lucas tras un gran pase filtrado de Mosquera. Para esas alturas con Benítez los pitos hubiesen sido más que un murmullo, porque el equipo de Víctor era superior mostrando que los problemas madridistas en el repliegue no se habían evaporado. Pero fue entonces cuando marcó Benzema, su gol 100 en Liga y el 150 como blanco, un tanto que debería ser ilegal, ya que él no estaba en fuera de juego pero sí Bale que despistó a Lux.
Y a partir de ahí, fue una fiesta blanca que cerró el propio punta galo. La victoria local se certificó gracias a otra actitud, con algunos defendiendo en un día como no lo hicieron en meses con Benítez. Bale, en su mejor momento de la campaña, abrió a banda para Carvajal, que la puso dentro del área al propio galés que, de cabeza, ponía el 2-0.
Gran pegada blanca
No estaba el Madrid mejor que su rival, pero sí tenía más pegada que un Lucas Pérez que asustaba con sus remates pero no acertó a besar red. Esa efectividad es algo con lo que han contado todos los técnicos madridistas desde Miguel Muñoz. La puntería de sus arietes, por algo son de los mejores del mundo, permitió crecer al Madrid. Se nota al equipo, en 4-3-3 con Kroos de pivote y los tres puntas por dentro y móviles para tener una posesión de mayor calidad, más confiado, se le ve suelto, con menos corsé, tocando más y aprovechando las bandas, siendo los laterales importantes en la producción ofensiva.
No se sabe si eso lo ha conseguido el francés con tres sesiones, pero la afición disfrutó como hacía tiempo. Incluso cantó Así gana el Madrid cuando llegó el 3-0, el segundo de un Bale que después sumó su tanto 51 en 108 apariciones como madridista. Otra vez de cabeza, confirmando que tras el 0-4 del clásico nadie ha reaccionado mejor: diez goles en siete citas ligueras.
Es cierto que este Madrid, que disfrutó la media hora final, tiene mejor pinta; que ofensivamente es más armónico pero sus problemas defensivos siguen ahí por ahora. Zizou deberá pensar qué hacer los días que estos mismos jugadores no tengan la posesión total de la pelota o el rival iguale su precisión de cara a puerta. Pero eso por el momento queda lejos. Al menos hasta febrero.
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