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ignacio tylko
Domingo, 22 de marzo 2015, 00:40
Papeles cambiados en un clásico vibrante, contradictorio, con enormes espacios y repleto de alternativas que deja al Barça con una suculenta ventaja de cuatro puntos sobre su eterno rival a falta de diez jornadas. Vencieron los culés pero durante casi una hora de juego parecieron ... a merced de un Madrid orgulloso, combinativo, rápido y desbordante. Disfrutaron los culés más del contragolpe que de la posesión y tuvieron a Claudio Bravo como gran estrella. Les mantuvo en pie en momentos decisivos.
El Real Madrid fue osado y dominante, pero desperdició numerosas ocasiones en el primer tiempo y en el comienzo del segundo. Se quedó sin capacidad de respuesta cuando Luis Suárez demostró su jerarquía les sorprendió tras un pase largo de Dani Alves. A partir de ahí, el físico hizo mella en los merengues, que pudieron acabar hasta goleados por un Barça rutilante. Emergió entonces la figura de Casillas.
Carlo Ancelotti ya avanzó la semana pasada que no preparaba sorpresas. Pensó que si el Real Madrid moría, debía hacerlo fiel a su personalidad, con grandeza y valentía, es decir, con la BBC en el frente de ataque. Cuando llegó el curso pasado al Camp Nou, al italiano le tembló el pulso y se equivocó al alinear a Sergio Ramos de medio y a Gareth Bale de ariete, ya que Benzema fue carne de banquillo. Tropezar dos veces en la misma piedra es humano, pero sería poco sabio.
Era clave que Sergio Ramos y Luka Modric pudieran rendir a buen nivel, ya superadas lesiones bastante recientes. El sevillano aportó liderazgo y buena salida de balón, pero careció de contundencia atrás. Y el croata quitó, tocó y dividió al buscar el uno contra uno, pero acusó el lógico cansancio durante la segunda parte. Cuando él se agotó, murió el Real Madrid. También era básico que Bale se implicase en defensa para dibujar un 4-4-2 a la hora del repliegue. En el primer cuarto de hora, el galés ya bajó más que en toda la temporada. Ciertamente, fue otro futbolista todo el partido, mucho más solidario.
Tras un inicio prometedor de los azulgrana y una internada de Iniesta, la única del manchego en toda la noche, el Real Madrid fue claro dominador en el primer acto. Ejerció una presión muy alta, con Modric y hasta Kroos complicando la salida de balón de los rivales. Ganó en todas las líneas, fue más rápido y ordenado y pudo hasta resolver partido. Su oportunidad más clara, un remate de Cristiano Ronaldo al travesaño tras un pase y pausa genial de Benzema, colosal en esta cita hasta que se quedó sin fuelle.
Desgobernado en el centro del campo, con Neymar poco solidario, Messi excesivamente retrasado y Mascherano y Rakitic desorientados, el líder estaba ya a merced de su eterno rival cuando se adelantó en una acción aislada. Fue a balón parado, fruto de una estrategia bien diseñada por Unzue, ayudante de Luis Enrique, y faltal defendido. Messi lanzó desde la izquierda, la barrera fue ridícula y Mathieu se anticipó a Ramos para cabecear a placer. Nada pudo hacer Casillas, que poco después arriesgó al salir a despejar de cabeza, en plancha, fuera de su área. Si llega a fallar, apaga y vámonos.
Sin achicarse
Pese a ese golpetazo, el octavo recibido este curso a balón parado, el Madrid no se achicó. Ni el ambiente, ni el resultado arredraron a los campeones de Europa. Empataron tras una combinación genial entre Modric, Benzema, con taconazo excelso incluido, y Cristiano, que marcó y pidió calma al respetable. Pudo acertar más tarde el luso de tiro lejano, pero Bravo lo evitó. El asistente de Mateu Lahoz, un trencilla que parece tener su propio reglamento, anuló un gol a Bale por un fuera de juego previo de Cristiano. Murió el primer acto con el Barça contra las cuerdas, salvado por la campana. Marcelo simbolizaba lo que sucedía entonces. Pese a tener que tapar por ese perfil a Messi, Rakitic y Dani Alves, fue un peligro constante en ataque. Nadie le vigilaba por la autopista.
El guion no variaba en los primeros compases tras el descanso. El Madrid dibujaba combinaciones de tiralíneas, pero no golpeaba. Bravo evitó el 1-2 poco antes de que Busquets y Xavi salieran a calentar y fueran ovacionados. Los necesitaba el Barça. Pero el fútbol lo marcan los detalles. Un pase largo de Alves, un gran control de Luis Suárez, mal vigilado por los centrales, y un remate del uruguayo, sellaron el segundo del Barça. Casillas se venció muy pronto. Los blancos ya no se reactivaron.
El Barça supo frenar el juego y tenerla más, aunque siempre con el contragolpe in mente. Un eslalon de Neymar pudo sellar su triunfo, pero se llenó de balón en lugar de asistir a Suárez. En cada carrera de los culés, la defensa merengue estaba al límite y el gol se veía venir. Messi, con una de esas rosquitas que fabrica desde la frontal del área, y Neymar, incapaz en la definición, no evitaron que el duelo siguiera vivo hasta el final. Para evitar sustos, Luis Enrique recurrió a la fiabilidad de Busquets y Xavi. Aun así, Bravo evitó el empate con otra intervención enorme. Fue la estrella del Barça.
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