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P. Ríos
Lunes, 2 de marzo 2015, 19:02
A las puertas de ganarse la posibilidad de disputar su primer título de la temporada, el Barça intenta no despistarse pensando en una Liga en la que ahora vuelve a depender de sí mismo tras el empate (1-1) del Real Madrid ante el Villarreal, ... precisamente el rival con el que se juega participar en la final de Copa. Se trata de un bucle competitivo tan complicado como descifrar el estilo que Luis Enrique ha implantado esta temporada en el juego azulgrana. Todo el recelo del entorno culé por la alineación repleta de suplentes de Marcelino en el Bernabéu se transformó en admiración y aplausos, primero, por la gran respuesta del 'Submarino amarillo', y en temor y respeto, después, porque el equipo castellonense está en forma y tiene potencial para voltear el 3-1 de la ida en el Camp Nou.
De lo sucedido esta jornada en la Liga, con el Barça a dos puntos del Madrid, sale muy bien parado Luis Enrique, el único que se creía su argumento de que «todavía hay margen de error», pronunciado tras las derrotas ante Real Sociedad y Málaga, en contra de la opinión popular e incluso mediática. El técnico asturiano parecía anclado en las ligas que disputaba como jugador, aquellas que se ganaban con 75 u 80 puntos, como si no hubiese tenido conocimiento de que en los últimos años hay que rondar los 90, incluso 100 puntos, para levantar el título. Pero quizás la suya sea una lectura correcta y el campeonato se esté igualando.
El césped, la coartada
Nadie sabe hoy si el Barça atraviesa un buen momento o no. La racha de once victorias consecutivas se acabó con un mazazo del Málaga en el Camp Nou. El equipo maravilló ante el City en la Liga de campeones, buena señal, aunque no sentenció en la ida de octavos (1-2). Sin embargo, en Granada protagonizó otro partido espeso, muy pobre técnicamente, en el que lo mejor fue el resultado (1-3). Todos se agarraron al lamentable estado del césped para explicar el mal partido, pero, siendo verdad esa circunstancia, no sirve de excusa porque el Barça ya ha sido irregular en mejores superficies.
El enfado de Luis Suárez tras ser cambiado, moviendo la cabeza un lado a otro con una cámara de televisión pendiente de él, inquieta porque ya es una norma que los jugadores muestren su desaprobación pública por las decisiones de Luis Enrique. Messi abrió la veda de forma discreta pero hiriente, en la sombra en Anoeta, y Neymar, Alves y Luis Suárez, con más torpeza, la han teatralizado delante de todo el mundo. El técnico prefiere quedarse con el lado positivo del asunto: carácter, ambición, jugadores que quieren aportar hasta el último segundo... Pero ya son demasiados casos, quizás una sorprendente pérdida de autoridad que nadie imaginaba tratándose de Luis Enrique, ex jugador y entrenador valiente y decidido. Si será un problema grave o no, el tiempo lo dirá. Para evitar conflictos, lo primero es clasificarse para la final de Copa.
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