Secciones
Servicios
Destacamos
Rodrigo Errasti Mendiguren
Sábado, 7 de febrero 2015, 08:08
Un Atlético autoritario goleó al Real Madrid en Vicente Calderón demostrando las condiciones por las que es el vigente campeón de Liga. Desde el 5-0 del Camp Nou, el líder no había recibido una derrota tan sonrojante. Es posible que a lo largo de ... un torneo tenga dificultades para superar a muchos de sus rivales, pero a día de hoy la afición atlética firmaría jugar cada semana ante el vecino, que hasta hace bien poco le miraba con superioridad. Ahora ya no le tiene miedo. Y se siente feliz. En el sexto derbi de la campaña, el Atlético decidió el partido en el centro del campo. Kroos, Khedira e Isco estaban en el medio, detrás de la BBC que no llegó ni a molestar a Moyá. Ninguno de los seis puso la fuerza, el empuje y el fútbol que aportó cualquiera de los que lucía la rojiblanca.
El repaso local fue espectacular. El equipo del Cholo se comió al Real Madrid, cuya actitud no estuvo a la altura del partido y su defensa, mucho menos. El equipo local buscó las bandas, sobre todo la de Coentrao -con el pelo tan oscuro que alguno en la grada no lo reconocía-, que ocupó el puesto del sancionado Marcelo y pasó un calvario. Pudo cometer penalti en la primera internada de Arda Turan, el líder del juego local. El turco completó un regate de fantasía, algo que nadie esperaba. Lo de la bota, por lo que aún no ha pedido perdón, también fue inesperado, pero por fortuna abunda mucho más la magia que la locura en Arda. Turan fue el primero en rematar a puerta a un Casillas que se quedó consolando a Koke cuando se lesionó. El Cholo, sin su timón, apostó por Saúl Ñíguez y acertó de pleno, más allá del golazo de tijera del canterano.
Antes de eso, Godín tuvo un choque de trenes con Khedira en el área. El alemán, que volvió a ganarle el puesto a un Ilarramendi que desde Dortmund sólo cuenta para caso de extrema necesidad, fue con el codo arriba. Para protegerse, pero perfectamente pudo ser penalti, como otro que hizo con la mano tras el 2-0. Y sí, es que antes del minuto veinte el Atlético ya iba dos por delante y pudieron ser más. El primero se originó desde la derecha pero habría que darle el mérito a Mandzukic, que estuvo para todo. El croata trabajó a destajo, fijó a los centrales liberando a Griezmann, aportó soluciones de salida por fuera, se asoció con la segunda línea y aguantó la bola para entregarla al mejor posicionado. Tiago, que llegó a la carrera mientras le miraban, remató desde la frontal con potencia.
El disparo no pareció complicado para a Casillas, al que le pasó por debajo de la mano. Tras el 1-0 fue ovacionado de modo irónico por la grada, y ese Iker, Iker pareció afectarle por un instante. Despejó con miedo de puños y sacó de puerta inmediatamente de puerta. En el 2-0 poco pudo hacer porque fue una obra de arte. Saúl, tras un jugada por banda de Siqueira, buscó el espacio que le dejó Mandzukic al arrastrar los centrales. Pese que había hasta seis jugadores madridistas defendiendo en su área nadie llegó a frenar su acrobacia. Golazo.
El Madrid seguía sin entrar en un partido que su rival llevaba jugando desde que se terminó el duelo copero del Bernabéu. Si su BBC no trabaja y ayuda, es imposible contrarrestar a un equipo con tanta solidaridad como el Atlético. Bale apenas dio señales de que estaba en el campo; tocó los mismos pocos balones que Cristiano, pero se sabía que era el portugués porque la grada le abucheaba. El pichichi de la Liga, que tuvo un feo gesto con un recogepelotas, no aportó nada a su equipo. Ni siquiera remate.
Más de media hora le costó al equipo visitante generar peligro, aunque un bosque de piernas evitó que el disparo de Benzema llegara a superar el área pequeña. El Real Madrid, sin toque y sin ritmo, fue superado descaradamente por los rojiblancos, que no se conformaron en ningún momento con esa renta. El plan seguía claro: replegados cuando la posesión era rival, presión alta y robar en tres cuartos para salir pitando a por el tercero.
Ideas claras rojiblancas
El descanso parecía el momento ideal para que el Real Madrid apostara por cambiar algo, pero al margen del espartano Arbeloa las posibles soluciones eran un canterano inexperto (Llorente), otro que regresaba de una lesión (Jesé), un fichaje nuevo (Lucas Silva) y dos que no cuentan: Chicharito Hernández e Illarramendi. Se fue Khedira, lesionado, y entró Jesé para convertir al equipo en un 4-4-2 en defensa que realmente era un 4-2-4 en ofensivo.
La medida, algo desesperada generó más presencia blanca en torno a Moyá, pero expuso mucho y generó espacios para transiciones rápidas de su rival. Griezmann tuvo hasta por tres veces el 3-0. Eran más habituales las faltas, los parones y las protestas. Hasta Raúl García vio una amarilla mientras calentaba antes de entrar. A la cuarta, el francés aceró. Sobre la línea la remachó el 7 local junto a Varane, que pareció tocar el último.
La media hora final fue un víacrucis para los blancos, ya sin un Isco considerado "indiscutible" pero que estuvo desaparecido, sin la intensidad defensiva que necesitaba el partido e incapaz de tener el balón pese a que se colocó cerca de los centrales la mayor parte del encuentro. La presencia de Illarramendi y Chicharito apenas varió nada en un equipo incapaz, descontrolado en plena fiesta atlética. Violentos, Violentos, coreaba con sorna el coliseo rojiblanco sintiéndose superior y antes de que Mandzukic completase su partidazo con el 4-0. A cuatro de distancia y con el goal average particular ganado, el Calderón aún sueña con la undécima.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.