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Javier Bragado
Jueves, 26 de febrero 2015, 01:56
San Mamés recordará el Athletic-Torino como un buen partido de fútbol, con toques que apuntaban a mágicos pero con el triste recuerdo de que de nuevo un equipo de Turín amargó su vida europea. En un encuentro aguerrido, con imprecisiones y nervios ambos se ... arrojaron a la cara sus mejores armas. Condicionados por el resultado de la ida el conjunto italiano se animó con contragolpes más profundos para asustar a un equipo vizcaíno en el que el corazón movió más el balón que los pies. Así, en medio de las luchas bajo la lluvia los italianos dispararon siempre primero: Quagliarella transformó el penalti regalado por Gurpegui a Vives, Maxi López respondió de inmediato al empate de Iraola y Darmian reventó pronto el jaleado gol de De Marcos.
De nada sirvió el esquema ideado por Ernesto Valverde con cinco hombres atrás para defender a los peligrosos carrileros visitantes porque la lesión de Gurpegui antes del descanso obligó a redistribuir a sus hombres. Tampoco la energía para la remontada proporcionada por los hinchas rojiblancos aguantó a los jugadores en pie porque el gol antes del descanso de 'La Gallina', Maxi López, quebró las gargantas de San Mamés. No obstante, en la segunda parte el Athletic Club decidió entregarse a la heroica a sabiendas que el balón se escapaba de su control más por la falta de energía y por la incapacidad de manejar la situación que por el césped. Sólo los hombres fríos de la alineación bilbaína sostuvieron las esperanzas porque no se dejaron llevar por la inercia cuando Herrerín evitó una desventaja prematura nada mas comenzar el segundo tiempo. Después, en mitad de los braceos, los tacos arriba en cada encuentro y la picaresca de los italianos para envenenar el choque en que se diluyó el Athletic.
El Torino enseñó sus garras más por el buen toque de sus futbolistas con la posesión que con la defensa puesto que los desordenados ataques del conjunto bilbaíno contaminaron a sus adversarios. Con el tercer tanto se alejó para siempre la el último clavo ardiendo, la prórroga, y los de Valverde se rindieron de manera implícita. El milagro se esfumó para siempre porque el milagro real fue que el equipo del Piamonte no sentenciara antes. Así, el Athletic se despidió de Europa exigido por un año en que no bastó su esencia. Primero cayeron en la Liga de Campeones como terceros de grupo y después sucumbieron en la Liga Europa ante un rival italiano que demostró mejores ideas en ataque y futbolistas más acertados.
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