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Rodrigo Errasti Mendiguren
Miércoles, 27 de abril 2016, 09:29
El Atlético demostró ante el Bayern que no tiene fantasmas, que abandonó en 2012 con la llegada de Simeone su etiqueta perdedor adquirida al inicio de este siglo para llegar a lo más alto. El último escalafón es ganar la Liga de Campeones y ante, ... quizá, el equipo más talentoso de Europa ejecutó de modo quirúrgico su plan, similar al que completó ante el Barcelona en 2014 también al abrigo del Calderón. Su primera parte del Atlético fue espectacular: presión, intensidad y a ratos buen fútbol combativo ante un Bayern desbordado. Y en ella consiguió un gol, espectacular de Saúl, que le puede dar un billete para su tercera máxima final continental.
Pep hizo eso que llaman una guardiolada en Alemania, se dejó a su lado a Müller por la misma razón que dejó en el banco a Ribéry: apostó por dos jugadores rápidos de banda con idea de abrir campo y buscar más los remates dentro del área de Lewandowski. El fútbol actual es ese en el que hay más españoles que alemanes en un conjunto bávaro, lo que confirma por qué España reina en Europa en este siglo a nivel de clubes y selecciones.
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Los centrocampistas rojiblancos pusieron la soga al Bayern, ahogado e inerte. Una exhibición colectiva, con un Koke y Saúl apretando conscientes de que Gabi y Augusto cerraban su espalda. Saúl, quizá el jugador español que más ha crecido esta temporada y que a su extraordinario trabajo defensivo suma una calidad con la pelota digna de la mejor estrella, certificó el dominio inicial con un gol de leyenda.
Se marchó en carrera conduciendo la bola de Thiago, que amagó y no cometió falta, de Bernat, demasiado blando, de Alonso, al que le falta un velocidad para poder seguirle, encaró a Alaba que reculó lo que le permitió soltar un zurdazo a la red. Una obra de arte digna de Maradona en México, a mitad de camino del que el Pelusa marcó a Bélgica y el recordado ante Inglaterra días antes. Es el español que más goles ha marcado en esta Champions, lo que ya debería darle un billete para Francia. Sólo la lesión que le obligó a irse sustituido podría decir lo contrario.
Se veía agobiado a los alemanes, con un Alonso que, anulado, solo cometía faltas porque su experiencia y colocación no compensa el declive físico de su edad. La salida de balón era para Alaba, lo que permitía vivir tranquilo al Atlético. Pese a que la bola era rival con un ritmo tan pausado, con las vías por dentro cerradas, era complicado que le hicieran daño. Tuvo una opción aérea, pero un cabezazo de Vidal a pase de Douglas Costa lo salvó bajo palos Giménez, que después se jugó la cabeza en un disparo de Lewandowski.
El Bayern movía la pelota de un lado al otro, pero el bloque del Cholo bascula rápido. Pidió una posible mano de Augusto y silenció por un instante al Calderón en una falta bien lanzada por Douglas que pegó en el lateral de la red. El Atlético se movía prevenido, esperando su momento. Alonso, Javi Martínez y Alaba se veían corriendo detrás de Saúl, Griezmann y Torres.
El Bayern agobia
En uno de esos sprints, en los que Bernat se vio superado por la agresividad de Saúl, Griezmann adelantó a Javi Martínez pero su remate, algo forzado y con la diestra, lo repelió con el pie a córner Neuer. Por instantes, el Atlético parece más el Bayern que el propio equipo alemán. Rozó Koke el 2-0 de espuela en pleno éxtasis de la grada, que veía que los suyos habían bajado un puntitito la presión y el Bayern movía mejor y más rápido la bola.
Cuando le empezaban a pesar las piernas al Atlético alcanzó el descanso. Comenzar el segundo tiempo con desventaja al segundo tiempo es sinónimo de derrota con este Atlético en Champions. Simeone suele optar por cerrarse, visto ante el Barça que nadie convive con esa sensación de angustia mejor que su equipo.
El Bayern sabía que necesitaba imprimir más velocidad al juego, que su centro del campo consiguiese dar alguna bola en ventaja a Douglas Costa y Coman. Arrancó mejor y pisó más área de Oblak, agigantado otra vez en Champions. El eslovena tuvo que sacar una mano espectacular a cabezazo de Javi Martínez, instantes después de que Alaba estrellase un zurdazo desde media distancia en el travesaño, y un derechazo cruzado de Lewandovski.
Torres, como en 2008
Como otras tantas veces, la última ante el Barcelona, la hinchada pensó que atrincherarse más de media hora era una mala idea aunque la opción de coger un contragolpe con tantos metros de campo era muy tentadora. Neuer llegó a estar junto al círculo central en algunos momentos del partido.
Tiró Guardiola de Ribèry y Müller, a costa de la creatividad de Thiago para abrir más el partido y casi lo paga caro. Torres viajó atrás en el tiempo para irse de Lahm y plantarse el titular de la selección alemana, pero esta vez su disparo con el exteror del pie se estrelló en el poste. Fue el único fogonazo local, que hizo otra vez un arte de su modo de defender ante un rival que, en la segunda mitad, sólo puede reprocharse la falta de acierto. Guardiola, que llegó a Múnich con el objetivo de ganar la Champions, volvió a demostrar sus problemas en los duelos fuera fuera de casa en las eliminatorias directas.
Hace dos años no fue capaz de dar la vuelta a un 1-0 encajado en Madrid, entonces en Chamartín, y ahora está por ver si será capaz de lograrlo ante un rival al que nadie gana a entrega e intensidad, que desarrolla su propuesta, no tan vistosa como otras, cada vez mejor. A una semana de imprimir los billetes para Milán, el Atlético tiene ventaja. Luis Aragonés estaría orgulloso.
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