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Ignacio Tylko
Miércoles, 17 de febrero 2016, 09:53
¿Quién dijo que Cristiano sufre lejos de casa? ¿Quién comentó que el portugués no aparece en partidos importantes? Con figuras que lucen armas de tanto calibre, cualquier juicio de valor puede verse abocado al ridículo. No se encontraba nada a gusto el Real Madrid ... de Zidane ante la voluntariosa, rápida y ordenada Roma del meticuloso Luciano Spalletti, pero una aparición de Ronaldo bastó para despejar el panorama. Un balón largo, un recorte y un latigazo letal para poner el 0-1, cercenar las ilusiones de los italianos y acercar los cuartos de final de Champions a su equipo por sexto año consecutivo. Más aún cuando Jesé, nada más ingresar en el campo, anotó el segundo y dejó la vuelta muy bien encarrilada.
Se fue CR7 corriendo a celebrarlo con 'Zizou', un signo inequívoco de agradecimiento al entrenador por el cambio logrado en la organización, el disfrute y el ánimo del equipo blanco. Nada menos que 89 goles, 44 de ellos fuera de su estadio, más que nadie, contemplan ya a Cristiano como máximo realizador histórico del torneo. Ya suma 12 dianas sólo en esta edición en la que brilla como nadie y hasta acepta ser reemplazado, gustoso, a dos minutos del final. El crack de Madeira se echó al equipo sobre sus hombros y transformó un duelo en el que el Madrid jugó con personalidad, aunque volvió a dejar ciertas lagunas defensivas. Aunque Varane y Ramos estuvieron inmensos en el plano individual y Keylor muy atento y rápido, los rivales llegaron bastante sueltos, sobre todo por los costados.
Después de ocho fracasos del club blanco en eliminatorias ante equipos italianos, Zidane alertó a su equipo para que saliera con gran intensidad en el Olímpico y desconfiara de esa condición de favorito tan peligrosa en la Champions. Buscó desde el inicio su alegre Madrid presionar arriba y dificultar la salida de balón de una Roma mucho más italiana con Spalletti que con Rudi García, su antecesor francés al frente del banquillo. Y precisamente ese carácter más aguerrido y ese perfil más táctico no le vienen nada bien al representante español, encantado cuando se mide a rivales más blandos que juegan y dejan jugar.
La escuadra 'giallorossa' también comenzó con las líneas avanzadas para dificultar que Kroos y Modric jugasen fácil y montaran peligrosas transiciones. Pero enseguida se replegó para juntar líneas y organizar rápidas salidas al contragolpe. Para eso alineó Spaletti un once con más músculo que técnica en el que se echaba de menos a De Rossi, recién salido de una lesión, y a un ariete típico del perfil del bosnio Dzeko. Ambos salieron a escena cuando su equipo ya perdía. Tampoco estaba el veterano Totti, que calentó banquillo en una cita grande, cerca ya de los 40. Con Pjanic, Vainqueur y Nainggolan en el eje del centro del campo, los locales lograron cortocircuitar muchos minutos a los merengues, con serias dificultades para poder enlazar con sus delanteros. Y con la velocidad del egipcio Salah y del exmilanista El Shaarawy, les ganaron la espalda a los los laterales del rival, muy ofensivos y con Marcelo de vuelta pese a su reciente luxación de hombro. El exsevillista Perotti, ejercía de '9' mentiroso. Y apenas intervino.
Dominio y presión alta
El Real Madrid dominó más y tuvo el dominio del balón por lo general, pero no inquietó al polaco Sczcesny en todo el primer acto. Cristiano Ronaldo, muy activo y participativo, quiso hacer lo suyo y también el trabajo de Benzema. Se echó en falta que el francés retrocediera más al medio a recibir y engarzar con sus compañeros. Estuvieron todos muy vigilados y tampoco Isco y James lograron percutir. Un pase de cuchara de Cristiano y la consiguiente volea desviada de Marcelo, fue la única llegada interesante del Madrid hasta el descanso. Tampoco Keylor Navas tuvo que lucirse, aunque sí Ramos, y, sobre todo Varane, se emplearon a fondo para cortar avances peligrosos de los extremos transalpinos. Padece este Madrid sin balón y deja peligrosos espacios entre líneas cuando Kroos sale a presionar a campo rival. Ya le ocurrió ante el Athletic sin ir más lejos.
La gran duda era saber si los italianos, pródigos en faltas tácticas, aguantarían ese ritmo en la segunda parte. Tras un 'tirito' de Carvajal que atajó el portero, Keylor le achicó los espacios El Shaarawy. No tenía buena pinta entonces el choque para los intereses españoles pero apareció, una vez más, el letal Cristiano. Su lanzamiento, tras gran acción personal, rozó en Florenzi y se envenenó aún más. El golazo dejó gravemente heridos a los italianos, que lucharon hasta el final pero ya sin orden y con un juego mucho más caótico. Reclamaron un penalti por derribo de Carvajal a Florenzi, pero también Cristiano protestó una acción en el área contraria. Moría casi el partido cuando Jesé apuntilló a los romanos, se estrenó como goleador en Champions y permitió que Zidane incumpliera la norma no escrita de retirar a la estrella portuguesa. Será la excepción que confirma la regla.
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