Secciones
Servicios
Destacamos
Rodrigo Errasti Mendiguren
Miércoles, 22 de abril 2015, 23:20
El Real Madrid volvió a amargar al Atlético en el torneo de los campeones. Y otra vez sucedió al final, cuando la angustia precede al dolor. El equipo de Ancelotti logró, a la octava, imponerse a un equopo rojiblanco que le había amargado desde la ... recordada noche de Lisboa en todas las competiciones nacionales. Entonces, aquel 24 de mayo, la gloria fue para Ramos, que esta vez acaparó más focos antes del pitido inicial que durante el partido. En la considerada venganza europea el gol lo obró Javier Hernández, un futbolista con un nombre cómun que podría pasar por el de cualquier socio madridista y que es mirado de reojo por su condición de cedido. No es habitual que el club más laureado del mundo tenga 'prestados'. Arrinconado en muchas partes de la temporada, fue rescatado por necesidades del guión y, como acostumbra en su carrera, aprovechó los minutos para mostrar su valía. Su espíritu fue el histórico del Real Madrid, que pese a las bajas, se plantó ante el vecino incómodo confiado en que no falla en las grandes noches. Ancelotti dijo que sacaría a los mejores y cumplió. Y que algunos fichajes, Illarramendi y Lucas, no le valen a 'Carletto', quizá porque los ha hecho su presidente ya que director deportivo no hay.
El primer sonido reconocible fue Puto indio el que no bote, que precedió a la pitada al Atlético cuando se retiraba al vestuario. Se coreó el himno blanco mientras aún Ramos probaba en el calentamiento su posición de mediocentro. Los mayores silbidos se los llevó Simeone, que apostó por alinear a Saúl y Gámez, que al empezar la campaña eran los dos últimos de la plantilla y que solían quedarse fuera de las citaciones. Buena gestión de grupo de Cholo, que marró en la táctica y cambios.
«Hoy nos dejamos el alma, nosotros en la grada, vosotros en el campo. Reyes de Europa», decía una pancarta del Madrid. Chicharito se ofrecía, se ganaba los aplausos de la grada, a la que arengó, pese a que sus primeros remates fueron errados. Ello no le desanimó. Se escuchó al sector atlético con un recuerdo malsonante a la madre de Ramos, muy nervioso perdiendo hasta seis balones y cometiendo faltas en los duelos aéreos. Arda cometió una falta de torpe, viendo una amarilla innecesaria y generando una falta que repelió bien Oblak.
Fue la primera noticia del meta, que como en la ida se convirtió en un coloso ante sus rivales. Coentrao, tras no controlar un pase sencillo, se hizo notar en las disputas con Miranda o Arda. Fútbol había poco. A ocasiones ganaba el Madrid, como en la ida pero volvía a tropezarse con una muralla eslovena de nombre Jan.
En el intermedio se escuchaba la megafonía mientras sólo los suplentes atléticos calentaban bajo la atenta mirada del profe Ortega y dos ayudantes del cuerpo técnico. Gabi se quitó el chándal y entró por un gris Saúl. Cristiano esperaba al resto para saltar al campo mientras James abrazaba a Herrerín. Mucha tranquilidad, como sabiendo que la cosa iría para largo y acabaría en prórroga. Tuvo la opción de evitarlo pronto Chicharito, como siempre viviendo en el filo del fuera de juego como Inzaghi pero remató junto al palo un pase de Isco, que en la segunda mitad dio señales de su presencia. El mexicano, pese a que no ha contado, demostró personalidad y fue el mejor de los locales Al punto que la hinchada local solicitó su misma testiculina a los suyos a la hora de partido. En cada córner atlético se hacía el silencio, notándose la poca confianza que transmite Casillas en las acciones por alto. Justo lo contrario que Oblak, que detuvo un intento de un Ramos que se sumaba al ataque cual Santillana.
Simeone pensó que aquello lo podía animar Raúl García, convertido en azote blanco en los últimos derbis pero lo hizo por Griezmann para sorpresa de todos. El navarro buscó un balón por alto pero terminó con una amarilla por una pequeña tangana con Pepe, que fue de justiciero para defender a Varane. El asunto, entrando en la recta final sólo podía desnivelarlo un error. Y lo cometió Arda, al ir con el pie en alto a una disputa con Ramos. El héroe de Lisboa consiguió superioridad númerica para su equipo.
El Atlético se arrinconó aún más atrás y volvió a hacerse grande Oblak ante Chicharito. El tiempo extra parecía la mejor opción visitante y Cholo reservó su cambio para ello ya que no tenía otro centrocampista para suplir el hueco dejado por el turco. Pero se vio obligado a realizarlo. Un golpe a Mandzukic en un córner generó una especie de tiempo muerto que aprovechó Simeone para explicar a Raúl su cambio: Giménez por un lesionado Tiago.
Cholo optó por jugar con tres centrales, dos carrileros largos, tres en medio y el croata, medio cojo, arriba. Y entonces, cuando se intuía la prórroga el Madrid aprovechó la primera combinación entre cuatro de sus hombres. Cristiano, desafortunado toda la noche, combinó con James, que le devolvió la bola para que el portugués levantase la cabeza para ver sólo a Chicharito, que gritaba desgañitado, en el punto de penalti. El mexicano la embocó a la red provocando el delirio. De ahí al final apenas sucedió nada que no fueran pérdidas de tiempo, pequeños incendios y ovaciones al cedido. A Javier Hernández.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.