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Rodrigo Errasti Mendiguren
Miércoles, 25 de febrero 2015, 00:51
Un Atlético desdibujado, alejado de la versión competitiva mostrada en Europa desde la llegada de Simeone, cayó en Leverkusen ante un Bayer que le pasó por encima y perdonó ocasiones para haber afrontado la visita a Madrid con una mayor renta. Pese a regresar con ... dos lesionados (Siqueira y Saúl) y dos sancionados (Tiago y Godín), puede sentirse satisfecho de poder hacer valer la fortaleza europea del Calderón para completar la remontada y meterse en cuartos. Nunca lo ha conseguido con Simeone, que deberá lograr que su equipo encuentre su mejor cara y recupere la intensidad y el toque, ausente en el BayArena.
El bloque de Cholo fue irreconocible en todo momento, más allá de ese gris que de lejos parece blanco y provoca urticaria a sus hinchas. El once ideado por Simeone hacía intuir un 4-4-2 ya visto en los partidos grandes, pero sobre el césped se situó más como un 4-3-3, con Arda en la diestra y Griezmann en la izquierda. El galo tuvo la primera, confirmando que la zaga local tiene serios problemas para tirar el fuera de juego.
Menos el offside, el resto lo estaba haciendo mejor que el cuadro colchonero. El Leverkusen demostró una versión muy atlética: agresividad, entrega, presión alta, verticalidad con la posesión, tapando los espacios a un rival que estaba aletargado, al nivel visto en Balaídos, y pudo encajar mientras se despertaba. Siqueira frenó una intentona de Bellarabi, uno de los más activos antes con Çalhanolu y Mandzukic sacó bajo la línea un córner en el que Moyá tuvo dudas minutos antes de que Spahic estrellase un misil desde casi 30 metros en la cruceta.
Los nervios afloraron en los madrileños, al punto que Simeone y Burgos acabaron gritando en el área técnica de Schmidt. Mala señal. Le faltaba al subcampeón, demasiado largo y descontrolado por momentos, el ritmo y su personalidad de los dos últimos años. La ausencia de Koke y la suplencia de Raúl García mostraban un equipo desnortado.
Sustituciones obligadas
El cambio de hombres se produjo por obligación, Gámez por un superado Siqueira y Raúl García por Saúl, pero coincidió con su mejor opción de gol, que le sirvió para quitarse algo de miedo y colocarse por fin en 4-4-2. De hecho, Leno sacó una mano mágica a remate de Tiago en un córner antes de irse a la caseta. Lo mejor, pese a todo, era el 0-0. Y en la segunda mitad, cuando estaban buscando sus orígenes, llegó el tanto alemán. Pareció de fútbol sala, entre dos de sus futbolistas de más clase, aprovechando una pérdida de Gabi. Bellarabi se adentró en el área buscando el flanco de Gámez, amagó y pisó para superar a Godín dejando sólo a Çalhanoglu que fusiló desde muy cerca a Moyá, que encajó su primer gol en Champions.
Simeone agotó los cambios metiendo a Torres por Arda. Raúl García, que intentó sorprender desde el medio del campo, se colocó en la diestra. Ambicioso, aunque parecía que el duelo lo estaba perdiendo en el centro del campo, superado y condenando a su defensa, habitualmente solvente, a vivir con taquicardia en cada rechace, cada bola colgada y sobre todo en los contragolpes. Godín, sin máscara pero con protector nasal, sufrió con las llegadas de la segunda línea y acabó viendo una amarilla que le deja sin la vuelta. Lo mismo que Tiago, que cometió una falta absurda que le supuso la expulsión segundos después de que estuviese protestando un gol anulado a Torres.
El 19, que marró una dentro del área, marcó de cabeza sobre la línea un córner que botó Griezmann desde la izquierda con tanta rosca que salió antes de botar en el primer palo y que se lo comiera Leno. Al no existir el ojo de halcón como en la Premier, se dio por buena la decisión del juez de gol, esa persona que normalmente habita junto al palo de una de las porterías sin decir nada.
Ese será el recuerdo del paso del Atlético por el BayArena, donde estuvo desenchufado, desorganizado sin balón y fue una calamidad cuando lo tuvo. Las sensaciones fueron peores que el resultado. El Bayer, que por algunos momentos fue arrollador, sí pareció un equipo de Simeone, que deberá conseguir romper uno de los pocos hitos que le falta: lograr remontar una eliminatoria en contra al abrigo del Calderón.
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