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Cristian Reino
Martes, 11 de agosto 2015, 00:48
Tiene pie y medio en Manchester. Podría seguir, porque Luis Enrique cuenta con él. Pero no en el once. Pedro quiere jugar la Eurocopa y para ello necesita ser titular. Con el tridente lo tiene casi imposible, así que ha decidido hacer las maletas. Pero ... antes de marcharse, el canario, toda una institución en el Barça, prestó su último servicio, y como hace seis años en Mónaco ante el Shaktar, marcó el tanto que dio el título a su equipo, en una final memorable, ante un Sevilla, que por momentos pareció invencible y que fue capaz de remontar una final mágica. El Barça levantó su cuarta Supercopa europea, el cuarto título consecutivo del año y presenta candidatura para el 'sextete', el que sería el segundo de la historia del club.
Unai Emery no le ha ganado nunca al Barça y sin embargo es un genio. Su equipo estaba muerto, en el rincón del cuadrilátero y recibiendo golpes sin compasión. Los sevillistas tenían la cara como un cromo de lo que les estaban dando en lo futbolístico. Pero el técnico guipuzcoano no tiró la toalla, su equipo fue capaz de darle la vuelta a un 4-1 en 25 minutos y forzó una prórroga que parecía imposible. Una gesta futbolística, por la que se hizo merecedor del título. De la misma manera que lo merecía el Barça, que firmó 50 minutos iniciales de partido para enmarcar. Situando un nivel altísimo para una final histórica, que encumbró al Barcelona, pero que sobre todo encumbró al fútbol español, que mostró que sigue un escalón por encima de los demás: tiene la excelencia futbolística con el cuadro catalán y tiene a un equipo competitivo, una escuadra de las de verdad, de las que juegan en serio, como el Sevilla.
En un cuarto de hora anotó dos golazos espectaculares de falta, levantó a su equipo, lo puso a jugar, lo dirigió como el gran maestro de ceremonias que es y le lanzó hacia el campeonato de la Supercopa de Europa. Hace tiempo que el diccionario de calificativos se le ha quedado pequeño. La gran incógnita está en saber dónde está su límite, porque parece imposible que cada año se supere. Como dijo Iniesta en la presentación del equipo, «intentaremos hacer posible lo imposible». Leo Messi le ha tomado la palabra a su capitán. Aunque la segunda parte se le hizo eterna y en la prórroga no podía ni con las medias. Con Messi en estado de gracia, tocado por la barita de los dioses del fútbol, el Barça ni se acordó de que Neymar se había quedado en casa con unas paperas de caballo ni que Pedro tenga un pie y medio en Manchester y dejara su sitio a Rafinha en el once.
Con el 2-1, el Barça jugó a placer. Mientras mostró su mejor cara, hizo gala de una gran riqueza de registros. Cuando necesita correr, lo hace más rápido que nadie. Cuando hay que coger aire, bajar las revoluciones, toca la pelota, la mima y la duerme y se rearma hasta una nueva embestida. Y éstas llegan como las ráfagas de viento. Al borde del descanso, Rafinha hizo el tercero y parecía que la final quedaba vista para sentencia. Más aún tras la reanudación, cuando en el 52 Suárez marcó el cuarto. 4-1, el cuadro catalán se gustaba y tenía al Sevilla en la UVI. En ese momento, cualquier equipo habría agachado la cabeza ante la evidencia y sin embargo los de Emery, y esa es la marca del guipuzcoano, siempre son competitivos. A partir de ahí empezó el recital andaluz, que tuvo aún más mérito, porque Emery tuvo que improvisar un once de garantías. Ante la baja de la pareja de centrales titular del año pasado, Carriço y Pareja, tuvo que tirar con Rami y Krychowiak, desprotegiendo su centro del campo.
Los culés agarraron una pájara con la que se quedaron secos. El Sevilla vio la luz con el gol de Reyes, tuvieron fe, creyeron en la remontada y en 25 minutos memorables se comieron a los blaugranas. Gameiro y Konoplyanka hicieron realidad lo que sobre el terreno de juego parecía una quimera: forzar la prórroga. El tiempo extra fue una lotería. El Sevilla parecía más entero. Aunque con Messi en el campo todo es posible. Lanzó un nuevo golpe franco, recogió el rechace, volvió a fusilar a Beto y Pedro, que pasaba por ahí, volvió a entrar en la historia.
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