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benito urraburu
Sábado, 25 de julio 2015, 20:36
Ni el triunfo de Pinot, ni el gran ataque de Nairo Quintana, ni el triunfo de Chris Froome, ni el quinto puesto de Alberto Contador, que tiene mucho mérito. Lo que de verdad dejó helada la sangre de quienes le rodeaban fue el llanto, el ... llorar a lágrima de viva de Alejandro Valverde. El tercer puesto conseguido en el Tour de Francia, a falta de un día para llegar a París, que logró le hizo expulsar todo lo que llevaba dentro desde hace muchos años. A Valverde, el mejor corredor del mundo el año pasado, un título que ha logrado en otras dos ocasiones, siempre se le atragantaba el Tour. Desde ciertos sectores se cuestionaba ¡su calidad como ciclista! porque no había conseguido ganar el Tour y ni siquiera había estado en el podio. Lo ha logrado a los 35 años.
Valverde, el último ganador de la Clásica de San Sebastián, que volverá a correr el próximo sábado, es un ciclista irrepetible, de los que nacen cada muchas décadas. Con un palmarés impresionante, entre la presión que se ponía él y la que tenía a su alrededor, la carrera se le cruzó en numerosas ocasiones. Hasta este sábado. Ha hecho un Tour soberbio y lleva una temporada a la que se le puede aplicar el mismo adjetivo.
Un corredor que es capaz de ganar desde febrero hasta octubre es un especimen único en este deporte. No hay otro en el mundo igual. Se le atraganta un poco la alta montaña, sin ese pero estaríamos hablando de otra cosa, pero ese podio le rompió por dentro. Se quedó a gusto.
Alberto Contador terminará quinto después de ganar el Giro. No ha sido el Alberto de los grandes días, de los ataques secos que dejaba clavados a sus rivales...y ha sido quinto, lo que demuestra su calidad. Otro tipo de ciclista que costará ver en el ciclismo español. Contador tiene más que cubierta su temporada. Tampoco hay muchos hombres que sean capaces de conseguir ese logro, el de ganar el Giro y ser quinto en el Tour. Dos personas muy distintas en la carretera, con sus piques deportivos a flor de piel, que permiten seguir soñando a un ciclismo que se quedará huérfano sin ellos.
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