Luis Enrique, Pablo Laso y Jota

No vamos a engañarnos. Somos resultadistas por naturaleza. Es un clásico. Tenemos una tendencia natural a identificarnos con el vencedor, lo vemos con buenos ojos (salvo casos extremos). Pero hay una excepción en todo esto: el Naturhouse. Un club de balonmano fundado en 2003 que en su corta historia ha disputado dos veces la Champions y una final de la Copa del Rey.

Este año ha cumplido sus dos principales objetivos: volver a clasificarse para disputar la Liga de Campeones (es decir, obtener el segundo puesto en la Liga Asobal Bauhaus detrás del súper Barcelona) y superar la fase de grupos de la Velux Champions League. Aún así, existe un grupo de gente (no es muy numeroso, la verdad) que todavía critica al entrenador o pone pegas a cualquier iniciativa de la entidad. Es un caso extraño: cumples tus objetivos año a año y aún así siguen criticándote.

Como se trata de mojarse, mojémonos. Yo no soy de Jota, ni de Juanín, ni de Gurutz, ni de Garabaya, ni siquiera de Jaime o de Ángel Rituerto. Unos me caen mejor que otros. Pero yo soy del Club Balonmano Ciudad de Logroño. Soy del Naturhouse. Mientras el club exista tendremos la opción de ver en Logroño más Jotas, más Juanines, más Gurutzs, más Garabayas, más Jaimes o más Rituertos. Pero como este proyecto desaparezca, no habrá opción. Ya no pasará nadie más por el Palacio.

Ni siquiera cierta gente tendrá la opción de criticarlo por conseguir sus objetivos año tras año, temporada tras temporada. ¿Te imaginas?