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El escritor Gabriel García Márquez.
Un encantador de serpientes

Un encantador de serpientes

En gran medida, García Márquez nos ganaba por el oído: su prosa tenía una cadencia envolvente, hipnotizadora, apoyada en recursos estilísticos endiabladamente artificiosos, aunque sin perder nunca su apariencia de oralidad

FELIPE BENÍTEZ REYES

Jueves, 17 de abril 2014, 22:06

Hay escritores que tienen la facultad insólita de ganarse el favor de esa abstracción surtida que englobamos bajo el concepto de gran público y de ganarse a la vez la admiración respetuosa y asombrada de sus colegas, al menos de los que no hayan perdido ... la capacidad de admirar a sus contemporáneos, pues de todo puede haber. Uno de esos escritores fue Charles Dickens, por ejemplo, adorado en su día por el gran público y admirado por los literatos, aunque es verdad que menos por los de su tiempo que por los posteriores, ya que a veces las cosas van lentas. El del colombiano Gabriel García Márquez es un caso similar al del británico, y las coincidencias se extienden hasta la dedicación de ambos al periodismo -que fue su campo de batalla contra la realidad cuando la realidad decidía ponerse intolerable-, en paralelo a sus respectivos ámbitos imaginarios, donde la realidad es menos un punto de partida que un punto de llegada: una construcción.

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