El escritor colombiano Héctor Abad ensalza «la belleza de la diferencia»

El autor de 'El olvido que seremos', habló de «la hermosa lengua» de Berceo, Garcilaso, Manrique, Lope, Cervantes y Quevedo, «deudas literarias» que América pagó con retraso pero con buenos intereses a través de Borges, Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Rulfo y Octavio Paz. Pero habló también de «los sanchopanzas de América, los gauchos de Martín Fierro» y su contribución al idioma común. «Nuestras variedades del español -dijo-, nuestras peculiaridades son dignas y hermosas porque son genuinamente nuestras. Y en lo auténtico y en lo genuino nos vamos a entender siempre».

En su sabia opinión, «la unidad no es un asunto de imperio, sino de comodidad de lectura» y, «como no vivimos solos y escribimos para otros, existen estos manuales de estilo». «Sin embargo -matizó-, creo que no deberían ser de etiqueta lingüística sino de higiene, de claridad. Porque la lengua es un medio de diálogo y de comprensión mutua». «Un manual no es un catecismo de mojigatería idiomática, sino que debería ser un botiquín de primer auxilios para la claridad. Más que policías gramaticales o celadores del lenguaje o inquisidores de la pureza, los manuales deben ayudar a la sencillez y la claridad. Y no como normas férreas para imponer lo tradicional o excluir la novedad, sino como generosas herramientas de entendimiento y de ayuda mutua».

Palabras como huracán, canoa, caco, tomate, mango y guanábana, como alcornoque, olivo, carabela, enjabelgar y Yuso, palabras diferentes de uno y otro lado del océano, «nos resultan a todos, a cada uno a su manera, bellas y entrañables».