«Es triste comprobar cómo en América Latina hemos dejado sola a Venezuela»

Ha sumado su voz a otros exmandatarios, como los españoles Felipe González y José María Aznar, o iberoamericanos, como los chilenos Eduardo Frei y Ricardo Lagos, para denunciar los excesos del Gobierno de Nicolás Maduro y reclamar la libertad de los opositores encarcelados. Estos días se encuentra en España, donde el miércoles participa en la presentación, en Madrid, de la nueva edición de las jornadas Futuro en Español, organizadas por Vocento.

-¿Cree que el español goza de buena salud en América Latina? ¿Le parece que se hace suficiente labor de apoyo desde España?

-Creo que sí. El español se ha beneficiado de la consolidación de relaciones que se ha ido produciendo en los últimos años entre España y América Latina. Cada vez hay más contactos. España ha vuelto a mirar hacia América Latina, tanto en el terreno comercial como en el cultural y educativo. En estos momentos se está produciendo un intercambio muy importante entre las universidades españolas y latinoamericanas. En este sentido la inversión es muy importante. A veces he dicho que ha llegado un poquito tarde porque la buena situación económica que vivió España no estaba llegando al otro lado del Atlántico, pero ahora España vuelve a interesarse por América Latina.

-Las cumbres iberoamericanas pierden repercusión cada año. ¿Le parecen necesarias en su formato actual o deben dar un giro a sus planteamientos?

-Deben tener mayor repercusión práctica, sobre todo en los temas fundamentales para nuestros países en terrenos como la educación, en tecnología, en los avances de las comunicaciones o el medio ambiente. Estas cumbres se quedan en el plano de los buenos propósitos, pero no hay consecuencias reales o prácticas. Por eso necesitamos buscar mecanismos para que estas cumbres obtengan resultados que vea y sienta la gente.

-La sentencia de 14 años de prisión al político venezolano Leopoldo López ha suscitado la indignación internacional, pero las condenas o las críticas han brillado por su ausencia entre los mandatarios latinoamericanos.

-Es muy triste pensar que en América Latina hemos dejado sola a Venezuela. Claramente se ha violado la carta de la OEA y no ha pasado absolutamente nada. Ahora por ejemplo en la crisis humanitaria en la frontera entre Colombia y Venezuela, el Gobierno de Bogotá pidió la reunión de cancilleres y no logramos los votos para que se formara una comisión de cancilleres que analizara lo que estaba sucediendo. La organización no está funcionando según los principios básicos sobre los que se creó: la defensa de los derechos humanos y del sistema democrático. Para convocar la Carta Democrática solo basta con que lo solicite un presidente y nadie lo ha hecho. Es muy triste. En cuanto al caso de Leopoldo López, creo que hay una indignación mundial por la condena. No puede ser que por estar en una calle levantando la voz contra un Gobierno se le impongan casi 14 años de cárcel.

-¿Le suscita alguna esperanza de cambio Venezuela en las próximas elecciones?

-Tenemos que concentrar nuestros esfuerzos en que haya elecciones, pero libres y transparentes. De ahí la importancia de los expresidentes de América Latina de solicitar a la UE y a la OEA una misión internacional de observadores. Si esta misión no supervisa las elecciones, la manipulación va a ser muy fácil. España debe impulsar ante la Unión Europea la creación y presencia de esa misión.

-¿Hay alguna relación entre el conflicto en la frontera con Colombia y la proximidad electoral?

-Está claro. Ya he señalado que Maduro ha creado lo que en términos de política internacional se denomina la figura de 'enemigo externo'. Ha militarizado la frontera buscando un estado de excepción para evitar que haya elecciones el 6 de diciembre.

-¿Existe riesgo de choque militar?

-Es lo que está intentando Maduro. Hay una estrategia de provocación. Ha desplegado 3.000 soldados en la frontera y entre el domingo y el lunes se han producido dos sobrevuelos de aviones militares venezolanos en el espacio aéreo colombiano. Sería la disculpa perfecta para anular las elecciones, pero el presidente Santos y los militares colombianos no van a caer en la trampa.