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Jorge Alacid
Martes, 10 de marzo 2015, 22:07
Emilio Gancedo, periodista de 'Diario de León', ejerce en 'Palabras mayores' de notario mayor de la España rural. En este cuestionario detalla los pormenores de su libro.
-¿Qué esperabas encontrar en tu viaje y qué has encontrado?
En principio éste no iba a ser ... un viaje del tipo salgo de casa y a ver qué me encuentro porque uno de los aspectos más destacables del proyecto, y que me llevó mucho tiempo, muchas pesquisas y muchas llamadas de teléfono previas, fue el afán por localizar un tipo de gente con un perfil muy determinado: personas mayores (al menos más de 75 años), procedentes del medio rural (en algunos casos, también del marítimo), muy representativas de su territorio, que se hubieran enfrentado a las grandes dificultades de la vida habituales en tiempos de guerra y posguerra y con una filosofía muy aprovechable, es decir, que pudiéramos aprender cosas valiosas de ellas y contemplar la crisis actual con perspectiva suficiente. Por medio de etnógrafos, profesores de universidad, periodistas, etc., fui, poco a poco, dando con estas personas, viajando hasta sus casas y charlando largo y tendido con ellas. Y a partir de ahí sí, el ánimo era entonces a ver qué me encuentro.
¿Y qué me encontré? Pues con un país increíblemente variado, con una diversidad en costumbres, lenguas, acentos y festejos como no se da en ningún otro de la Europa Occidental. Y, sobre todo, con un extraordinario acervo de sentido común, humanidad, sencillez ¡y humor! que son las armas con las que debieron combatir la aguda necesidad (a veces pura miseria) vista y vivida en su niñez y juventud. Todo ello contrasta muy vivamente con el derroche, la ostentación, los caprichos o la queja continua que caracteriza el día a día de muchas personas en la actualidad Por eso creo que una de las grandes herramientas vitales que tenemos a nuestra disposición para superar este bache (entre comillas si lo comparamos con el que ellos superaron) es fijarnos en estas memorias y estos consejos. Quizá la respuesta a la crisis no esté fuera sino aquí al lado, muy cerca, en el ejemplo laborioso y valiente de las gentes del medio rural
-Cómo ibas de un sitio a otro, ¿caminando?
Nooo En coche, tren, autobús, avión (caso de las islas) aunque después o en medio de la charla abundaban los paseos por los alrededores para conocer el paisaje vital en el que se movieron estas gentes. Además, varios de los lugares que visité no son nada fáciles de localizar (pequeños pueblos, caseríos), así que tengo que agradecer, y mucho, la ayuda de esos enlaces de los que antes te hablaba, alguno de los cuales me acompañó personalmente a ver a estas personas. Al final, todas las comunidades autónomas quedaron representadas por una, dos o más protagonistas.
-¿En qué precedentes te inspirabas? Pienso en el Labordeta de Un país en la mochila o el Cela de Viaje a la Alcarria.
Ambos modelos son buenos y, sin duda, el ser lector (y espectador) suyo me habrá influido de alguna manera. Te añado tres excepcionales firmas de mi tierra, León, que han cultivado el género: Julio Llamazares (El río del olvido, Tras-Os-Montes) y Jesús Torbado (Tierra mal bautizada), amén del clásico de Ramón Carnicer Donde las Hurdes se llaman Cabrera. Lo que pasa es que éste no es un libro de viajes al uso, es una mezcla un poco infrecuente de periodismo (en el fondo no dejan de ser entrevistas), etnografía, literatura de viaje y narrativa de ficción: de hecho, algunas de las historias contadas eran tan singulares, tan cercanas a la leyenda, que me daban pie a reelaborarlas con arreglo a esquemas literarios, especialmente al comienzo, a la hora de presentar al protagonista. Otro gran autor de viajes, este catalán, Josep Maria Espinàs, decía que buscaba la dimensión de ficción que hay en la realidad. En Palabras mayores esa dimensión está, por ejemplo, en el caso del soldado navarro a quien una niebla súbita y milagrosa salvó en pleno campo de batalla; la vaca fantasma que contempló un hambriento gaitero gallego; la historia del Cazaorín de Casu, especie de Guillermo Tell asturiano del siglo XVIII; la obsesión de los marineros catalanes con la leyenda del Pere Manel, banco de peces fabuloso que jamás volvió a encontrarse; el curioso milagro del arroz, similar al de los panes y peces bíblico, presenciado por una mujer de Olivenza (Badajoz), etc. Pero al lado de todo esto hay también una mirada de viajero curioso hacia los paisajes, las arquitecturas, los caminos
-¿Ibas con un plan pretederminado o más bien en busca de lo inesperado? ¿Cuál es el resultado del viaje? ¿Qué país has dibujado y en qué te ha transformado a ti mismo?
Estas cuestiones, más o menos, van respondidas con la primera pregunta. En cuanto a cómo me ha transformado a mí, bueno ha sido una experiencia extraordinariamente enriquecedora, de eso no cabe duda, aunque ya antes hubiera pateado mucho campo. Llevo quince años trabajando en Diario de León, sobre todo en temas culturales y etnográficos (mantengo una sección dominical, Paisanos, donde de forma más breve intento sacar a la luz vidas similares a éstas, siempre anónimas) pero ya desde niño, cuando viajaba por España y veía una carretera secundaria o un pueblo en la lejanía, solía pensar: ¿Quién vivirá ahí? ¿Qué historias podría contarme esa persona?. Mi infancia, que viví en estrecho contacto con los abuelos, también me predispuso al amor y al respeto por el pueblo. Así que este viaje ha venido a satisfacer mi curiosidad por una inmensa parte del Estado el medio rural- completamente olvidada de las administraciones, un abandono tan agudo que estremece está claro que es un mundo que no interesa a los poderes públicos, pues no consume desorbitadamente y en buena medida mantiene sus propias ideas de las cosas, ideas que no coinciden con los predominantes valores urbanos
-¿Cuál es tu experiencia riojana? ¿Cómo acabaste en Brieva y qué sensación te llevaste?
-Juana Somalo Parra es una de las protagonistas más inolvidables de este viaje. Excepcional contadora de historias y mujer de inagotable curiosidad, su memoria es asombrosa (se acuerda hasta de eslóganes publicitarios de comercios logroñeses de los años treinta), y también lo es la claridad con la que habla de cuestiones de actualidad. A pesar de su edad es una persona increíblemente bien informada. El libro abunda en frases lapidarias, y una de las suyas es "hay que llenar las cabezas antes que los bolsillos". La descubrí gracias a mi enlace en La Rioja, el etnógrafo Javier Asensio, una de las personas que más me han ayudado a culminar este proyecto.
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