María Victoria Atencia, una poetisa «íntima» y «extrañada» de sí misma

«He escrito poco a poco y de ahí ha surgido una obra que hoy me sobrecoge y me parece algo extraordinario y sorprendente». Lo dice con la voz entrecortada y atenazada por la timidez María Victoria Atencia (Málaga, 1931), muy emocionada ante 'El fruto de mi voz', la antología que recoge lo mejor de su larga andadura poética. Reconocida con el XXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, la poeta malagueña la presentaba antes de recoger ayer de manos de doña Sofía el más preciado galardón de la poesía hispana. «Nunca pensé que algo tan íntimo y tan personal y tan de mi tierra llegara ser esto», dijo la emocionada autora de poemarios como 'Ex libris', 'Marta & María' o 'El umbral', protagonista de «una jornada inolvidable» y un tanto «extrañada» de sí misma.

Editado por la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional, 'El fruto de mi voz' es una antología elaborada por Juan Antonio González Iglesias, profesor titular Filología Latina y gran conocedor de la obra de Atencia. Incluye un poema inédito y la reproducción manuscrita de otros cuatro. Recorre la poesía «serena, clásica, espiritual y viajera» de Atencia y sus conexiones con Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, María Zambrano y Juan Ramón Jiménez».

Vinculada a la generación del 50, Atencia ganó con 83 años el galardón dotado con 42.100 euros que conceden conjuntamente Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca. Reconoce «el conjunto de la obra poética de un autor vivo que, por su valor literario, constituya una aportación relevante al patrimonio cultural compartido por la comunidad iberoamericana».

Premiada por la capacidad «para iluminar lo cotidiano y convertirlo en trascendente» con una poesía «que cristaliza lo presente y lo llena de luz» Atencia fue la primera española en incluir su nombre en el palmarés del galardón, tras la portuguesa Sophia del Mello, la peruana Blanca Varela y la cubana Fina García Marruz. Nacida el 28 de noviembre de 1931, Atencia mostró muy joven su inclinación hacia la creación, interesándose por la música, la pintura y la poesía. Publicó en 1953 su primer poemario 'Tierra mojada', y se casó en 1957 con Rafael León, su mentor y editor, con quien tuvo cuatro hijos.