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PABLO GARCÍA-MANCHA
Sábado, 20 de septiembre 2014, 23:18
Domingo Delgado de la Cámara, abogado y escritor, clausuró ayer el curso taurino de la UR con una conferencia sobre la evolución del toro de lidia: «Me gustaría que hubiera futuro, pero soy muy pesimista fundamentalmente porque criar toros es algo ruinoso y por el nivel que está alcanzando la ofensiva antitaurina. Es muy preocupante la ausencia de cualquier respuesta desde propio sector ante estas dos amenazas tan graves. No se dan cuenta de que el antitaurinismo está muy bien organizado y cuenta con la sumisión de políticos y periodistas. Pero como decía Leopardi, que era un poeta romántico italiano, el pesimismo es hijo de la razón y el optimismo nace de la voluntad, por lo todo depende de que el toreo sea capaz de dotarse a sí mismo de las estructuras necesarias para dar respuesta ante estas amenazas».
¿Por qué es incapaz el sector de organizarse de forma conjunta?
Hay que distinguir el aficionado del profesional; el primero no tiene necesidad de ello, pero el segundo representa una serie de intereses tan divergentes y competitivos que un empresario no ve en un colega a un posible aliado sino a un rival que aspira a quitarle una plaza. Están constantemente peleándose por su parcela y eso les impide sistemáticamente establecer cualquier alianza. Obviamente, tendrán que cambiar de mentalidad porque en caso contrario acabarán con su medio de vida.
¿Se torea mejor que nunca?
Habría que precisarlo. En las suertes estáticas, sí; pero en las dinámicas, no. El toreo de muleta ha alcanzado una indudable perfección tanto técnica como estética indiscutible, pero se ha perdido variedad con la capa, brillantez con las banderillas y efectividad con la espada.
¿A qué se ha debido?
Todo es producto de una evolución. Los tres toreros esenciales del XX: Belmonte, Manolete y 'El Cordobés' eran grandes muleteros y eso ha hecho que la tauromaquia pivote en relación básicamente de este tercio, fagocitando el resto de la lidia y contribuyendo a faenas de excesivo metraje y muy aburridas.
¿Cuáles son los grandes muleteros actuales?
Ponce es el más capaz, el más hábil para construir una faena a cualquier toro. Morante es un artista genial, aunque creo que es mejor con el capote, tanto es así que se ha convertido en el gran capotero de nuestra época. El Juli es muy poderoso. José Tomás es el más ajustado por su pureza y Miguel Ángel Perera es el compendio de Ponce, El Juli y José Tomás.
¿Qué opinión le merece el de Galapagar?
Fue un diestro muy positivo cuando salió y yo fui uno de sus primeros partidarios porque en una época de toreros demasiados especulativos toreó con un gran ajuste. Hasta 1999 fue un torero admirable. El problema llegó cuando se puso en manos de Martín Arranz -antiguo apoderado de Joselito-, que comenzó a medir sus comparecencias y se convirtió en un torero selectivo y caprichoso. Y eso ha sido malo para la fiesta por dos razones. La primera de ellas porque ha creado un gravísimo precedente y los toreros ahora, cada vez que se organiza una feria, no ponen más que problemas. Y la segunda tiene que ver con la tele, que es verdad que tiene aspectos muy negativos pero lo que no aparece en ella es inexistente. Que la principal figura se niegue a ser televisada condenó a la fiesta a un gueto marginal muy peligroso. Y sobre lo que hace en la plaza en los últimos años, aunque toree muy bien y muy depurado me resulta mucho menos interesante que en su primera etapa.
¿Cómo define la bravura?
La capacidad de luchar hasta la muerte. El toro que hace un tercio espectacular en el caballo y luego se para no me interesa. Me gusta el que va siempre a más, por eso creo en el equilibrio entre el instinto agresivo y la ingenuidad a la que llamamos nobleza. Cuando puede la agresividad el toro es imposible y cuando vence la nobleza el toro parece una especie de oveja.
Eso parece muy complicado.
Por eso es muy difícil lograr el toro ideal, pero lo importante es que el ganadero sepa que ese equilibrio es esencial y lo tenga siempre como objetivo.
¿Hay alguna ganadería que le llame la atención?
Existen varias en muy buen momento. Quizás la gente se haya aburrido de Victorino, pero lleva un gran año, incluida la corrida de Madrid y varios de los toros a los que los tíos del negocio taurino despreciaron. También destaco Alcurrucén, aunque sea excesivamente larga. En Bilbao, sin ser gran cosa en el caballo, fue extraordinaria y puso en evidencia a los toreros. También me gusta mucho la del Puerto de San Lorenzo, que es muy 'lisarda' y desigual, que lidia toros de categoría de plazas como la de Madrid.
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