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P. HIDALGO
Sábado, 3 de enero 2015, 12:17
José Manuel Barrón Ariznavarreta aún permanecía ayer con las manos en la masa. Poco le queda. Hoy cierra la panadería Barrón que durante cerca de un siglo ha alimentado a los vecinos de Villanueva de Cameros y de otros muchos pueblos de la zona.
Con el fin del 2014 sale la última hornada de este emblemático establecimiento del Camero Nuevo, muy popular por sus sobadas artesanas y esas barras de pan sin parangón que están cocidas en horno de leña. «La producción ha bajado bastante y ya no hay mucha venta», justifica el panadero de Villanueva como la causa definitiva que le ha llevado a echar el candado.
Aunque un cúmulo de factores ha pesado a la hora de tomar esta decisión: el despoblamiento de la sierra riojana, que ha menoscabado la cifra de clientes; el fallecimiento hace seis años de su hermano, que lo dejó solo al frente del negocio; y la edad, que avanza imparable. «En abril cumplo 68 años y hay días que trabajo para no ganar dinero», asegura José Manuel.
La panadería lleva ligada a su familia desde hace unas seis décadas. Su padre, Andrés Barrón Martínez, la compró a «un tal Eleuterio que se fue a América». El pequeño José Manuel ya correteaba por la tahona con apenas diez años y ha estado vinculado al horno toda la vida. Señala que su panadería llevaba el pan a Villoslada de Cameros, Lumbreras, Pajares, San Andrés, Almarza de Cameros y Montenegro. En el último tiempo, tras el deceso de su hermano, ya sólo vendía en Gallinero de Cameros y en la propia Villanueva. «Antes despachábamos 130 barras en Villanueva y ahora únicamente 30 porque el pueblo está bajando mucho», apunta.
Algo similar ha ocurrido en Gallinero, donde ha pasado de acercarles 30 o 40 barras a media docena dos veces por semana. «Hace años vendía mucho en la carretera -la N-111- a la gente que pasaba; pero ahora sube mucha menos», indica. También añora a los pescadores y cazadores y los bocatas que se comían.
Hueco y sobado
José Manuel iniciará con el 2015 una nueva vida. Se acabaron los madrugones y el abrir con los primeros rayos de luz para surtir de pan cocido en horno de leña a sus vecinos y clientes fieles. «Hemos hecho pan sobado y hueco, aunque este último hace seis años que no lo hago, pese a que se vendía aún mejor», comenta. Otra de sus especialidades, que ganó fama por la zona, fueron las sobadas. «No llevaban aditivos para conservarse». Por eso, había que darles salida pronto porque no podían mantenerse mucho tiempo y dejó de amasarlas hace cuatro meses porque el ritmo de ventas no era continuado. «Aún viene gente preguntando por ellas».
La panadería Barrón, un auténtico museo del pan con maquinaría de hace 60 años, saca hoy su última hornada. «Me da pena, pero...», afirma José Manuel. Ahora dedicará sus horas «al huerto, el monte, la caza y la pesca». También a la Alcaldía, ya que además de panadero es el alcalde de Villanueva.
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