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ÁFRICA AZCONA
Sábado, 18 de enero 2014, 02:02
El Camino de Santiago no cierra por invierno. El frío, la lluvia y las posibles nevadas que hay que sufrir en alguna de las etapas pueden convertirse en un atractivo para los caminantes, que estos días hacen bueno el refrán de que «no existe mal tiempo, sólo mala ropa».
Como un goteo siguen llegando por el puente de Piedra y luego desaparecen discretamente por La Grajera... Marchan con las condiciones atmosféricas en su contra, pero algunos lo prefieren buscando tranquilidad y una mayor espiritualidad. En este ambiente de recogimiento estos días desfilan peculiares personajes como Gustav, que ha llevado el espíritu del Camino casi al extremo. Se ha impuesto realizar la Ruta sin hablar, practicando un mutismo voluntario que se ha impuesto como un desafío personal.
Lo advierte claramente en cuatro idiomas en la concha que lleva colgada del pecho «No hablo, Je ne parle pas...». Las explicaciones las lleva anotadas en inglés en una libreta que muestra gustoso a todos los que le preguntan por su decisión, que sólo rompe cuando canta y reza en las iglesias que se va encontrando. Gustav, de 51 años y padre de cinco hijos, es sacerdote luterano y con este Camino (el quinto) ha iniciado una especie de viaje espiritual interior preparatorio para impulsar una nueva comunidad religiosa en Estocolmo. Ni una sílaba, ni un balbuceo sale de su boca para aclarar las frases que lleva escritas y a las que añade en inglés que es una persona normal y muy habladora. Una personalidad que recobrará en Santiago; allí volverá a hablar ante el apóstol.
A los peregrinos se les ve en invierno envueltos en capas plastificadas y tapados hasta las cejas, pero aun así a muchos se les reconoce que son coreanos, como Gyeong Tae Kim. Tiene 21 años y no pasa desapercibido en la calle Mayor y como casi todos sus compatriotas es simpático y saluda antes de que le saluden.
Este estudiante universitario de ingeniería llegó esta semana a Logroño vestido como para hacer una travesía y fascinado por los paisajes invernales que acababa de atravesar. Venía ya predispuesto por la idea romántica que la literatura de Paulo Coelho ha llevado a Corea y que ha conseguido que miles de compatriotas se calcen las botas cada año. «¿Frío, no, no hace frío?, se sorprendía por la pregunta. En mi país hace mucho más».
Gyeong Tae Kim se hospeda en el albergue Santiago Apóstol, el antiguo Teatro Liceo (1868) de Logroño, reconvertido en un acogedor albergue, y que pese a las fechas, ha echado a andar este otoño con gran éxito. En el vecino Albergue de Peregrinos de la calle Mayor la actividad tampoco cesa. María Angulo (hospitalera) ha contabilizado cien en dos meses; muchos menos que en verano, «pero yo creo que ahora llegan los verdaderos peregrinos».
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