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Años 70: Moneo (en el centro) presenta su proyecto en Logroño / TEO MARTÍNEZ
“El Ayuntamiento de Logroño fue una obra definitiva en mi carrera”
ARQUITECTURA

“El Ayuntamiento de Logroño fue una obra definitiva en mi carrera”

El nuevo Príncipe de Asturias reconocía el año pasado la importancia de su paso por La Rioja

ESTÍBALIZ ESPINOSA

Miércoles, 9 de mayo 2012, 15:43

En noviembre del año pasado, Rafael Moneo acudió a Logroño para hablar de su intervención en el Museo del Teatro Romano de Cartagena (Murcia), pero en el arranque de su charla se permitió una pequeña licencia; un guiño a Logroño, ciudad que desde 1980 presume de una de las obras de este maestro de arquitectos. Rafael Moneo, por su parte, reconoce una especial debilidad por el ayuntamiento de la capital, un proyecto decisivo en los inicios de su carrera. De ahí que ayer regalara a los asistentes a las Jornadas de Intervención en el Patrimonio Histórico las imágenes del solar antaño ocupado por el antiguo cuartel y hoy, por el ayuntamiento rubricado por él.

- ¿Cómo contempla con el paso del tiempo su obra, y más concretamente aquella que podemos disfrutar en Logroño?

- No quisiera que mis palabras se tomasen como adulación populista, pero es verdad que el ayuntamiento ha sido una obra muy importante en mi carrera. La imagen de lo que era el cuartel demolido y lo que hoy es el ayuntamiento y la plaza da pie a pensar que no estaba equivocado cuando al recibir el encargo era consciente de que iba a ser una obra importante en el comienzo de mi carrera, por no decir definitiva. Que la plaza del ayuntamiento haya acabado integrándose y haciéndose parte de la vida de la ciudad es la mayor satisfacción a la que puede aspirar un arquitecto. Con ese tipo de arquitectura quería hacer un ayuntamiento que no fuese solo un edificio vistoso, sino un pedazo de la ciudad misma, y ese fragmento es la plaza que hoy ha quedado configurada y definida por los árboles y por un salón de actos que da paso a algo que antes tampoco existía, que es el bulevar que da al río. Una obra como esa hace que, efectivamente, esté muy viva siempre en mi memoria.

- También proyectó las viviendas palazzinas y participó en la ordenación de Ruavieja.

- Estas dos intervenciones son menos personales. En Ruavieja se trataba de recomponer una calle demolida de manera que no perdiese su carácter. En lugar de ofrecer una ordenación nueva y unitaria, el que construyese respetando el parcelario e introduciendo la presencia de diversos arquitectos quizá no ha dado lugar a que Ruavieja tenga la perfección del trabajo de un arquitecto restaurador, pero sí tiene la viveza y una cierta espontaneidad. Respecto a las palazzinas, se trataba de ofrecer un modelo urbanístico que satisficiese el deseo de mucha gente de vivir en áreas un poco más desahogadas, más relajadas que las de los bloques de aquellos momentos, pero al mismo tiempo mantuviese ciertos servicios comunes. Confío en que haya supuesto un marco grato de vida para muchos logroñeses.

- Un debate ligado a estas jornadas sobre patrimonio que organiza el Colegio de Arquitectos de La Rioja es el que plantea hasta qué punto hay que intervenir, hay que restaurar o rehabilitar.

- A medida que voy siendo mayor y con mayor experiencia profesional, más tristeza siento cuando hay que demoler algo, en tanto algo pueda ser reutilizado. También por razones de economía intrínseca y por ese respeto al trabajo que hay detrás de cualquier cosa construida. Seguro que en algunas ocasiones no hay más remedio que demoler y empezar de nuevo, pero que la ciudad mantenga esa continuidad que permite ver que quienes nos han precedido están presentes y al mismo tiempo nos han legado algo tan valioso como es la vida en la ciudad, pues creo que hace aconsejable la rehabilitación, en tanto se pueda. Dicho esto, las mismas jornadas nos permiten ver que las normas generales son muy difíciles; casi cada proyecto obliga a una reflexión específica y a una respuesta diversa.

- ¿Cree que la crisis acabará con la moda reciente de levantar edificios megalómanos?

- Yo creo que sí, lo que no sé es cuánto durará el ciclo porque en esta batalla campal por hacer los edificios vistosos que hemos visto -por no decir que hemos sufrido- durante los últimos veinte años parece que las gentes han estado empujando a los arquitectos a que lo hicieran así. Seguramente un uso más racional y moderado de los recursos llevará también a una arquitectura más equilibrada entre costo y logros.

- ¿Se atreve a imaginar la ciudad del futuro?

- No hay cosa más difícil que adelantar el futuro. Yo creo que los cambios vendrán acompañando a todo este mundo que se recrea transportando lo que es el campo de la investigación científica al campo de la técnica y de la vida cotidiana. A lo mejor una ciudad más compacta, densa y todavía grata tiene más sentido que no agotar más y más campo libre. En ese aspecto, será un juicioso equilibro entre la voluntad de la gente de vivir más desahogadamente y en contacto con la naturaleza pero no hasta el extremo de destrozarlo todo. Un riesgo al que hoy estamos abocados es a que, permitiéndonos técnicas de construcción muy amplias, muchas veces abordamos operaciones que pueden ser muy costosas para el medio y el paisaje. Una sociedad más juiciosa debería también atender mucho a este respeto al medio, que nos obligaría a medirnos más en el uso de nuestras fuerzas.

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