Al partido le sobraron doce minutos

No invitaba al optimismo la visita del siempre poderoso Atlético de Madrid. Pero el Naturhouse está empeñado en seguir escribiendo capítulos gloriosos en su corta vida. Y ayer soñó con ello. Lo hizo seriamente durante cerca de cincuenta minutos. Pero el Atlético de Madrid es mucho Atlético de Madrid, y pese a tener una noche bastante opaca, dio vuelta el partido y se llevó la victoria del Palacio de los Deportes (29-33). No sin la inestimable ayuda de los colegiados. Porque en una jornada histórica, en la que se enfrentaban un padre contra su hijo y tres familias (González, Kallman y Aginagalde) fueron otros hermanos los que le dieron una ayudita extra a los colchoneros. Como viene siendo habitual en la Asobal, esta vez los hermanos Gude no pitaron lo mismo en un área que en la otra.

También es cierto que el Naturhouse, en esos últimos doce minutos, volvió a incurrir en viejas falencias: pases fallidos, nervios y ansiedad. Y ocurrió lo lógico: sin hacer mucho más, el Atlético de Madrid pasó a gobernar el partido para liquidarlo en dos minutos gracias a tres contras finiquitadas por Luc Abalo, desaparecido hasta ese momento. Así son los grandes: no se puede cometer ningún error porque fulminan el encuentro en un abrir y cerrar de ojos.

Gran primera parte

El Naturhouse comenzó mal, definitivamente negativo, metiendo un gol en los primeros cinco lanzamientos. El Palacio se imaginó lo peor. Lanzamientos a los palos, al bulto, fallando pases, tropezándose entre sí, haciendo poco para cambiar el rumbo de la historia. Por suerte, Jorge Martínez volvió a brillar en la primera etapa en medio de esa pila de nervios y mantuvo el resultado ajustado, con el CB Ciudad de Logroño siempre metido en el partido, ya que las diferencias entre unos y otros nunca fue superiores a los tres goles.

Y en esas, de pronto y sin venir a cuenta (quizá sí producto de alguna voz más elevada de lo normal de Jota González) el Naturhouse comenzó a practicar un balonmano exquisito. García Vega, Velasco, Tioumentsev, Garabaya y Víctor Hugo López empezaron a deleitar al respetable con cruces imposibles, que la defensa atlética no fue capaz de adivinar. Y gol a gol, el Ciudad de Logroño pasó a comandar las acciones. Jorge Martínez siguió con su extraordinario papel (10 paradas en los primeros 30 minutos) y al conjunto franjivino se le vio entonado, gustándose y gustando.

El Atlético de Madrid reaccionó tímidamente tras su paso por los vestuarios. Edu Fernández, García Parrondo y Cañellas dieron vuelta el marcador, pero los rojiblancos se emplearon con dureza en la defensa, utilizando el 6-0 más que el 5-1 para frenar los envites de Nikola Prce o Víctor Hugo López (de gran tarea ofensiva y defensiva). Jorge García Vega jugó cómodo y sus encuentros con Rubén Garabaya o Sasha Tioumentsev dieron sus frutos y otro aire al Naturhouse, que emparejó las cosas e incluso se colocó por delante durante los tres primeros parciales de la segunda parte.

Pero hasta allí llegó la gasolina. Cansados física y mentalmente, los de Jota bajaron los brazos. Las lagunas comenzaron a inundar las cabezas de los jugadores franjivinos y el Atlético de Madrid sacó su mortal escopeta. ¡Pim!, ¡pam!, ¡pum!, y Abalo dio por terminado el sueño del equipo logroñés, que se volvió a marchar del Palacio de los Deportes con las manos vacías.

Eso sí, el Naturhouse dio una imagen muy distinta a la de las anteriores jornadas. Mostró buena actitud, además de aptitud. Porque calidad sobra en este equipo para lograr los objetivos marcados de antemano: jugar la Copa del Rey e intentar acceder a los puestos de Europa. Lo peor ya ha pasado y el equipo ha dado síntomas de estar en plena forma. Ayer fue incapaz de torcer la historia, pero se trataba de una difícil empresa, que de durar tan sólo doce minutos menos estaríamos hablando hoy de héroes.