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Despedida con orgullo y casta
Balonmano

Despedida con orgullo y casta

El gran triunfo del Naturhouse frente al Göppingen (32-29) no le alcanza para llegar a la final de la EHF

Martín Schmitt

Lunes, 2 de mayo 2011, 11:31

El milagro no fue riojano. Los nueve goles fueron demasiados. Pero el Naturhouse dio la cara y se despidió, frente a un Palacio entregado, de la Copa EHF con un orgullo que no le cabe en el pecho. Con honor y con un coraje infinito, el conjunto franjivino venció al Frisch Auf Göppingen por 32-29, aunque la remontada fue imposible. Pero los de Jota González pueden presumir de vencer claramente a un equipo que cuadruplica su presupuesto y que tiene auténticas figuras del balonmano.

Hubo justicia en la victoria. Cierto es que no hubo demasiado balonmano táctico, pero el Naturhouse fue superior a un rival que ya traía los deberes hechos desde Göppingen, cuando sentenció una serie en 30 minutos (aquel trágico segundo tiempo de la semana pasada quedará en la retina de cada uno de los jugadores franjivino).

Durante el primer tiempo, el Naturhouse tiró de casta, aunque no tuvo acierto de cara a portería. De hecho, convirtió sólo en el 50% de sus posesiones, con un gran Miguel Ángel Velasco, que además de comandar al equipo puso entrega en cada uno de los avances. Sorrentino, Paco López, Víctor Hugo López y Garabaya intentaron abrirse hueco en una defensa muy cerrada y que se empleó con dureza (hubo seis penaltis contra uno de los verdes). El público, en mucha menor cantidad que en el partido de cuartos de final frente al Nordsjaelland, alentó durante todo el partido y no dio la eliminatoria por perdida en ningún momento. Tampoco el equipo. Gracias a ello, el Naturhouse consiguió tener el mando de las acciones.

Pero Tahirovic fue una pared. Una inspiración que lamentablemente no encontró Gurutz en la otra portería durante ese primer tiempo. Y cuando no era el guardameta el que se interponía entre los lanzamientos y las redes, lo eran los postes. La suerte no estaba del lado del Ciudad de Logroño.

No obstante, el Naturhouse se sumergió en la batalla, sin dar nada por perdido. Se movía a base de corazón y pundonor. El Göppingen especulaba y cuando los locales apretaban, los visitaban acudían a la genialidad del central Michael Haas para mantener emparejadas las cosas. Incluso con Lars Kaufmann casi anulado, el internacional alemán vio puerta hasta en cuatro oportunidades en esos primeros treinta minutos, siempre después de hilvanar una jugada técnicamente perfecta. Sin embargo, después de varios toma y daca, los equipos se fueron al descanso con un 14-13 a favor de los locales.

Verticalidad y entrega

El Naturhouse mantuvo la esperanza intacta en los segundos treinta minutos, aunque no se podía despegar de los incómodos alemanes, que continuaban parapetados y al acecho ante el mínimo error, que los hubo. Pero los de Jota siguieron a lo suyo, hasta que apareció en escena Álex Dujshebaev, que además de aportar un balón de oxígeno en un equipo fatigado, encontró espacios en la muralla germana.

El cambio en el Naturhouse coincidió, asimismo, con un gran Gregor Lorger en portería. El esloveno frustró varios intentos teutones, facilitando buenas carreras para Parra y Arrieta a la contra. El equipo local no perdió ni una pizca de verticalidad y a partir de los diez minutos se lanzó definitivamente a la heroica. En defensa, Jota González propuso distintos sistemas (mixta, 5-1 y 3-3), que dejaban sin recursos a los lanzadores del Göppingen, que acabaron en gol el 47% de sus ataques.

Tirando de casta, el Ciudad de Logroño se puso 22-18 en el minuto 13, mientras Lorger continuó deteniendo con personalidad los avances germanos. En el minuto 18, gracias a un tanto de Alfredo Sorrentino, el Naturhouse soñó con la remontada, cuando se colocó 26-21. El Palacio de los Deportes vibraba, era un sólo estruendo... que se apagó con un gol de Schubert desde los siete metros, después de recibir Schöne una falta bastante polémica, ya que el extremo dio un paso de más en su carrera hacia la portería.

Y así fueron intercambiando golpes, mientras el Ciudad de Logroño, que todavía no daba el brazo a torcer, mantuvo una diferencia de cinco goles. Pero a cada tanto franjivino, algunos de ellos de gran calidad como un fly de Álex Dujshebaev tras recibir un pase de Parra desde el extremo, llegaba la respuesta de los hombres de verde, con experiencia en este tipo de lides.

Lamentablemente, el reloj siguió avanzando y la serie se fue tornando color verde. Con el final del encuentro, el Palacio de los Deportes ovacionó a sus gladiadores, que se marcharon sin premio, pero con el máximo de los honores.

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