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M.M.N.
Lunes, 21 de marzo 2011, 15:19
No pudo ser. Demasiado CAIpara el cuerpo del Naturhouse. En el primer tiempo, el equipo riojano dejó una impresión muy buena de conjunto y le plantó batalla a un conjunto aragonés demasiado tensionado con los puntos que le den el pasaporte a la Champions. El Natur provocó que la grada se echara encima de su equipo para empujarle al triunfo. Ni por esas. Las cosas se estaban haciendo muy bien por parte de los hombres de Jota.
Sasha, en la dirección, los extremos, Garabaya en el ring del pivote. El equipo carburaba. Primero paraba Lorger;luego Gurutz. El equipo sonreía. Se veía tiesito delante de uno de los gallos de pelea de la otra Liga, de la otra, de la de arriba.
Un cuarto de hora de lujo del equipo franjivino daba lustre al equipo riojano. Las cosas salían en todas las líneas. Y el tanteo sonreía. El equipo anfitrión empezó a pasar un calvario de nervios. El mismo equipo que había ganado al Ciudad Real; el mismo equipo que perdía por diez de diferencia en León. Ese mismo equipo, ¿qué cara iba a exponer en el Príncipe Felipe?
El sueño de la sorpresa estaba presente. El Naturhouse jugaba con soltura, hacía daño. El reparto de esfuerzos era por igual y el nivel de conjunto, francamente bueno. En ese momento apareció Pablo. El portero maño tuvo una tarde excepcional. Cortó los siete avances del Natur. Se echó el partido encima. Cuando un portero tiene la tarde, el resto del equipo funciona. Es química pura. De la raíz a las ramas. Estaba sembrado.
En este momento el equipo local se vino arriba. Lógica pura. No había nada que objetar. Para colmo, Maqueda, una bestia parda, hacía daño con sus internadas. Cruzaba el perímetro con dos zancadas, se elevaba y encañonaba a Gurutz. No había medio de pararle.
Jota pidió un tiempo. Había costado mucho esfuerzo construir el edificio de la sorpresa y se corría el riesgo de derribarlo de un soplido. El lobo aragonés empezaba a asomar. El tiempo no surtió el efecto deseado, pero los hombres de Jota tenían las ideas claras. A lo suyo. Lo que saben hacer, hacerlo. No se le pueden pedir peras al olmo cuando el CAI es un equipo que tiene una calidad individual impresionante. Al descanso, dos abajo. El sueño parecía posible.
Nada que rascar
En el segundo tiempo la ilusión visitante se mantuvo durante tres minutos. Empate. Las venas se empezaron a inflar. El Naturhouse amenazaba el territorio aragonés con criterio y soltura, pero todo quedó en nada. El CAIapretó en defensa una barbaridad. Es la clave de este juego y de otros, que se lo pregunten a Clemente. Cualquiera mete goles. Pero no fue el caso. Con los espacios bien cubiertos y un escuadrón fijando a Garabaya, con un Larsson espléndido, el conjunto maño se vino arriba.
Ya no había nada que hacer. La selección de tiro fue horrible. El Naturhouse se fue del partido. Jota apostó por los jugones. Los pequeños movieron la pelota con más velocidad. Álex, Juárez, Arrieta, Velasco trataban de buscar la mejor opción. Ni por esas. El CAI se enrocó en la defensa y Larsson acababa seis de ocho.
Un mazazo para los riojanos. Las diferencias empezaron a ensancharse. El CAI ya no bajó el pistón. La calidad individual de sus hombres les permitió mantener un ritmo muy constante. El Natur fue a ráfagas. La traca ya la había tirado. Le faltó continuidad.
Ni selección de tiro, ni acierto. Pérdidas de balón incontroladas, correcalles. La peor versión de un equipo que debe serenarse, incluso en los peores pasajes.
El nivel de conjunto bajó muchos enteros. Nadie dio ni el cincuenta por ciento de lo que sabe. Ni en la dirección ni en los pases ni en los disparos. Ya no era solo Parra el que acertaba, sino que, unas veces los palos y otras los lanzamientos fuera de la propia portería, convertían al Naturhouse en un equipo menor.
En favor del equipo riojano hay que destacar el compromiso por mantener un rigor en el juego, la pena es que el equipo no pudo y se difuminó. Claro que enfrente estaba el CAI y eso también cuenta. Fue chocar contra la realidad, porque en el primer tiempo el Naturhouse nos hizo soñar.
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