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PABLO GARCIA MANCHA
Lunes, 21 de diciembre 2009, 01:50
Su casa está repleta de fotografías y de libros, de retratos de su marido ausente (Eliseo Pinedo), de sus hijos, sus nietos y en cada lomo de los múltiples ejemplares que pueblan su biblioteca una pegatina delata un afán por el orden que ha materializado organizando con extrema meticulosidad sus más de 2.000 volúmenes. Lee novela histórica, ahora está sumida en la , se sigue sintiendo de derechas y dice sin ambages que el mejor alcalde que ha tenido Logroño se llama Julio Revuelta. Es María Teresa Hernández, ex-concejala de Medio Ambiente y miembro de la primera Corporación democrática del Ayuntamiento de Logroño, que aunque no ya vive la política en primera línea de fuego, sigue sin parar ni un minuto en un día a día que la mantiene profundamente viva y muy al corriente de lo que sucede en su ciudad y en el mundo. Tanto es así, que está segura de conocer -sólo con las sensaciones que le producen sus pisadas- la diferente forma en la que están rehaciendo las aceras de Avenida de Colón: «Con andar por ellas me doy cuenta de lo mal que se están construyendo», asegura.
Pero resulta complicado definir a María Teresa sólo como un animal político -aunque lo sea- por la inquietud que le genera todo lo que sucede a su alrededor: «Después de dejar el Ayuntamiento (en el que estuvo de asesora «sin sueldo» tras abandonar la concejalía) se matriculó en la Universidad de la Experiencia, y ahora anda sumergida en la UPL estudiando mitología clásica: «Es una maravilla seguir aprendiendo, cada vez me manejo mejor por Internet porque es una fuente de documentación increíble», subraya.
Antes de entrar en política, María Teresa Hernández se forjó como activista en las primeras asociaciones de amas de casa: «En La Rioja el asociacionismo estaba por los suelos, pero yo estoy muy orgullosa de aquellos primeros años porque literalmente estaba todo por hacer. Además, de alguna forma eso me dio cierto prestigio en la sociedad de aquellos años y de ahí que me llamaran de Alianza Popular para ir en las listas al Ayuntamiento. Iba como cabeza de lista y aunque sacamos muy pocos concejales, Miguel Ángel Marín, el alcalde, tuvo la idea de que cada uno de los munícipes tuviera una responsabilidad. Me tocó Mercados y Mataderos, y puedo decir con orgullo que se hicieron muchas cosas, como Mercarioja. Imagínese que el mercado central se celebraba en la calle Bretón de los Herreros. Ahora parece inconcebible, pero era así».
Después llegaron los años de la oposición con Manuel Sáinz como alcalde y volvió a tener responsabilidades cuando el PP se estrenó en el Ayuntamiento con José Luis Bermejo: «Yo iba por la calle siempre pendiente de todo, de cualquier rincón, porque creo que una ciudad es algo muy parecido a una casa y si en una hogar no se cuidan al máximo los detalles parece que todo falla». Eso sí, María Teresa echa de menos la cercanía que existía entre los políticos de su época: «Nos atacábamos mucho, pero después nos íbamos de vinos».
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