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J. SAINZ
Martes, 1 de diciembre 2009, 11:30
Una silla en la sala de exposiciones. No es la del cuidador, así que debe de tratarse de una de las piezas expuestas: una estructura metálica, un respaldo y un asiento de madera con un cojín. El conjunto resulta algo caótico. Un objeto extraño, incluso para tratarse de una obra de arte contemporáneo; se parece demasiado a una silla de verdad. Lo cierto es que tiene su historia, tiene lógica. Sin saberlo, tres individuos han participado en su construcción colectiva: un metalista ha fabricado el esqueleto de esa silla; un carpintero, los componentes de apoyo; una costurera, el acolchado. Cada uno ha aportado por su cuenta sus conocimientos, sus herramientas, sus materiales, sus proporciones y colores, su mano de obra, su lógica... Y entre todos, sin saberlo, han construido una realidad única: la silla, esa extraña silla 'algo caótica' pero reconocible como tal. Uno puede sentarse en ella, de modo que es un objeto funcional; algo extraño e incómodo, es cierto, pero lógico a fin de cuentas. ¿Y quién demonios la ha diseñado? Un artista, quién si no; un creador que ni siquiera imaginó el objeto final, sólo puso en marcha el proceso creativo y dejó libertad a los otros tres individuos para hacer su parte. «Esta silla es el mundo», explica el responsable frente a la pieza titulada . ¿Juega a ser dios o intenta explicar el caos-lógico del universo?
José Carlos Balanza (Logroño, 1958), artista conceptual de reconocida trayectoria, expone en la Sala Amós Salvador de la capital riojana una colección titulada , en la que reflexiona sobre lo que cada individuo entiende por tal y el modo en que se construye una lógica colectiva, sin que ésta tenga que ser necesariamente acorde a aquello. El mundo y la silla; el creador y los hombres, cada uno con su vara de medir. «La lógica llena el mundo; los límites del mundo son también sus límites». Una cita de Wittgenstein ayuda a enfocar el pensamiento de Balanza.
Otras intervenciones ayudan a entender su obra. En el verano del 2003, por ejemplo, Balanza estaba en Santa Lucía de Ocón haciendo ¡bocadillos de paja! en la primera edición -la más experimental y auténtica- de 'Arte en la tierra', con Reyes, Cenzano, Navaridas, Rosales y Argáiz. Pertenece a esa 'generación' -generación espontánea- de artistas riojanos absolutamente que hace ya tiempo rompieron con una tradición que parecía inamovible y abrieron la puerta a nuevos modos de expresión.
Años antes, Cultural Rioja ya se había fijado en alguno de ellos para dejar constancia del 'Arte riojano para el 2000' en una exposición colectiva en la Sala Amós Salvador, . Balanza, aquel mismo Balanza que comenzó siendo pintor de cierto éxito, estaba también allí dando muestra de una ya irrenunciable evolución hacia el conceptualismo.
Premio Ícaro a la Investigación de las Artes (1993) y de Investigación Pictórica (Salou, 2006), su reconocimiento fuera de esta región no ha hecho sino crecer. También aquí: en el 2004 expuso en el Ayuntamiento de Logroño y en el 2007, en la Galería Pedro Torres. Pero ha sido en el 2009 cuando ha dado el gran salto al exponer en el Museo Würth y ahora, por vez primera en solitario, en la Amós Salvador. . Fotografías de gran formato, esculturas, videoinstalaciones e instalaciones sonoras materializan una misma cosa: «La función del arte está en su objeto: soporte del pensamiento». Balanza .
-¿Es lógico escribir sobre el caos, como propone la obra que sirve de punto de partida a la muestra?
-Sí, porque, una vez que superas la creencia juvenil de la eternidad, te das cuenta de que hay unos límites y una lógica establecida dentro de la cual puedes hacer lo que quieras. Todo lo que hago es lógico, pero lo es para mí, ya que otras personas pueden pensar que es ilógico o que es una chorrada.
-Los formatos de estas doce obras son muy diversos, pero hay un hilo argumental que las une.
-Hablo de lo que es lógico para mí. Aquello que convierto en un objeto físico o intelectual gracias a un planteamiento. Con aquello que pienso, imagino o traigo de lo aprendido voy construyendo un montón de cosas que marcan mi camino y mi vida.
-¿Es posible racionalizar algo tan caótico como el arte? ¿Se puede llegar a racionalizar la vida?
-Ni el arte ni la vida. Somos el fruto de lo consciente y de lo subconsciente, como lo humano y lo animal, como la vida racional y la vida natural. El arte tira de ambas cosas: hay que pensar las cosas, tiene que haber inteligencia; pero también es muy importante que haya una parte subconsciente.
-¿Tiene alguna vez la sensación de excederse al pensar la obra?
-No.
-¿Corre el riesgo de caer en un exceso conceptual?
-No, porque lo que más me mueve es la poética. Yo tengo un sentimiento poético con respecto a las cosas que hago. La poética te permite todo; te hace sentirte bien y sentirte mal. Da igual. Soy un ser emocional. A veces parece que soy muy frío por algunos trabajos, pero no es así.
-¿Se plantea si no hay demasiada permisividad con lo que se considera 'arte contemporáneo'? ¿Debería el mundo del arte reflexionar sobre ello o cree que la situación ideal del arte es la libertad total de expresión y de creación?
-El arte trasciende a todo esto y debe ser libre. Que cada uno haga lo que tenga que hacer. Es una complejidad tremenda; el arte existe mientras se perciba. Si un artista trabaja metido en una cueva y no se ve su obra, simplemente no existe porque no se le ve. No nos llega y no nos hace crecer. El arte es un sistema de crecimiento; si no te hace crecer no va bien. El arte es libre, democrático, comunicativo, participativo...
-Pero hay algo que no termina de entenderse del arte contemporáneo, algo de engaño.
-Hay un problema de entendimiento. Hace falta un mejor entendimiento: mayor presencia, mayor atención, mayor estudio en la educación... A mí me parece maravilloso todo el arte anterior, pero creo que se debería tener más en cuenta el contemporáneo, porque es lo que hay. No hablamos de nada extraño; lo que está ocurriendo hoy en día me parece importante.
-Detrás hay un mercado regido en muchas ocasiones por criterios absolutamente extraartísticos .
-El mercado siempre es alienante, es déspota y salvaje.
-Pero usted sí vende.
-Sí, bien.
-¿Y trabaja sin condicionantes externos, sin presiones?
-Cuando trabajo nunca pienso en nada más que en la obra: ni siquiera pienso si va a costar demasiado hacerla, si va a caber en la sala, si la voy a vender... Nunca. Claro que quiero vender y estar en ciertos sitios, pero si no vendo será que no debo vender.
-Exponer en la Amós Salvador después del Würth debe de colmarle de satisfacción, ¿no?
-Ha sido un año maravilloso. He estado en los dos sitios geniales de aquí. En el Würth fue todo perfecto y ahora estoy aquí, que es un lugar emblemático en La Rioja y con una programación estupenda de referencia a nivel nacional.
-Pero es una excepción que un artista local consiga esto. ¿Harían falta más apoyos?
-Se podían hacer muchas cosas. Si es importante exponer, que lo es y hay sitios para hacerlo, es más importante aún crear una vida artística más potente y que se puedan generar proyectos.
-Lleva un par de años de muchísimo trabajo y sólo sale de su taller para cosechar éxitos. ¿Ha notado que ahí fuera hay una crisis?
-Ya lo creo que lo he notado. Pero no sólo la economía está en crisis, está todo en crisis: los valores están en crisis... Hay como crisis de todo y al arte la crisis le llega por muchos frentes, por lo económico y por otros lados. El arte me parece uno de los grandes afectados. Siempre considero el arte tan fuerte y tan potente como para resolver todo. Así que si algo va a salir bien parado es el arte. El arte siempre ha sido antisistema.
-¿Puede el arte contribuir a ordenar el caos, a arreglar este caos que es la vida -aquella extraña silla-? ¿Debe intentarlo, comprometerse o limitarse a dar testimonio?
-Debe intentarlo al menos. El arte es como una vacuna que puede producir reacciones extrañas. Gracias a aquel primer artista que estaba en la caverna y ya imaginó algo como esto hemos resuelto muchas cosas. El arte es imprescindible. Somos animales artistas y en el arte somos capaces de encontrarnos a nosotros mismos y a los demás.
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