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PABLO ÁLVAREZ
Jueves, 19 de noviembre 2009, 09:57
Cayó el Naturhouse en Antequera. No es mal sitio para caer, en realidad: el Argüelles es un pabellón aguerrido y también lo es, al menos habitualmente, su dueño. Además, el equipo riojano llegaba con tanta baja entre lesión y sanción, que la derrota era lo más previsible.
Y sin embargo, al final resultó que los puntos estuvieron muy cerca para el Naturhouse. Que ni el Argüelles es ya tan fiero ni su equipo es tan bueno. Antes al contrario: Antequera da ahora mismo una pobrísima impresión. Un equipo muy nervioso, sin profundidad en ataque, con mucha dependencia de la tarde que tengan el descomunal pivote Rafa Baena y el no menos gran portero Jorge Martínez. Ayer ambos estuvieron tremendos, y su equipo ganó. Pero necesitó dios, ayuda y mucho nervio para doblegar a medio Naturhouse.
Los franjivinos, sin laterales zurdos, se vieron obligados a andar improvisando con la primera línea todo el partido. El ataque pierde en combinación y eficacia, así que todo quedaba librado a la defensa. La cosa no fue mal en todo el partido. Con muy pocas diferencias -en la primera mitad por delante los riojanos, en la segunda los malagueños- el partido no tenía vencedor, ni por KO ni a los puntos.
Antequera tiene un problema de confianza en sus jugadores, que juegan demasiado horizontal. Todo se les va en colgar balones a Baena para que los meta (10/10 ayer, nada menos) provoque exclusiones o penaltis. Poco más, en realidad, bagaje para esta plantilla. De hecho, ni con eso hubieran ganado ayer de no mediar, primero, el progresivo agotamiento de los riojanos en ataque. Y, segundo, la mega-noche de Jorge Martínez, que terminó con 23 paradas de 45 lanzamientos, por encima del 50%. Mucho.
Gracias a Martínez el Antequera abrió el hueco que iba a ser definitivo (24-20) a falta de cinco minutos. Y gracias a él lo mantuvieron: Martínez paró un penalti, un lanzamiento de Parra y otro de Vigo, ambos clarísimos, que hubieran sido el empate.
Una pena esos lanzamientos que no fueron nada. Antequera, eso sí, dio señales de su nerviosismo en protestas equivocadas, que le dejaron con 3 jugadores en el último segundo; dos de esas exclusiones llegaron por protestar la primera exclusión. Inexplicable. Pero era todo artificio: el Naturhouse necesitaba más que eso para pescar ayer. Necesitaba un milagro. Y no lo encontró.
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