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E. ESPINOSA
Sábado, 24 de octubre 2009, 13:35
El calado de San Gregorio, conocido como el 'calado largo' por ser el de mayor longitud que se conserva en la capital, abrió ayer sus puertas al gran público tras varios meses de rehabilitación.
Quienes visiten esta pequeña joya del Casco Antiguo podrán remontarse al siglo XVI y conocer cómo los logroñeses de entonces elaboraban y almacenaban el vino, sin apenas tratamientos y aprovechando las condiciones que les brindaba el subsuelo de la ciudad.
Su inauguración corrió ayer a cargo del alcalde de Logroño, Tomás Santos; el presidente del Gobierno riojano, Pedro Sanz, y el concejal de Casco Antiguo, Ángel Varea, entre otras autoridades. La arquitecta responsable de la rehabilitación, Tania Silvestrini, guió la visita y explicó los pormenores de lo que considera «un pequeño proyecto, pero un gran punto de partida en la recuperación del patrimonio de Logroño relacionado con el vino». Y es que esta iniciativa se enmarca en el Plan de Dinamización de Producto Turístico 'Enoturismo en Logroño', en el que participan las administraciones central, regional y local.
Visitas gratuitas
Pero la oferta del 'calado largo' no se limita a su visita, que será gratuita y estará abierta a cualquier ciudadano previa inscripción en la Oficina de Turismo de Logroño (en Portales, 50). También se han acondicionado otros locales contiguos (abiertos a Ruavieja 27 y 29), donde tienen cabida exposiciones, proyecciones, salas multiusos y oficinas.
Además, aquí se avanzará y seguirá el desarrollo del Centro de la Cultura del Rioja, acomodado en la vecina Casa de la Virgen y cuyas obras arrancan en diciembre próximo, subrayó el concejal Ángel Varea.
El calado de San Gregorio, cuyos 24 metros de longitud se abren a la calle del mismo nombre, pudo pertenecer a la familia de los Cabredo. También es probable que se construyera a cielo abierto, aunque hoy lo cubre una bóveda de cañón de sillería.
La bodega tiene grado de protección II y en su rehabilitación se han respetado todos los elementos arquitectónicos, entre ellos un pozo de agua de unos siete metros de profundidad, el único detectado dentro de un calado. Nueva es la iluminación y la reconstrucción del suelo con un empedrado tradicional, apuntó la arquitecta Tania Silvestrini, para quien lo más dificultoso ha consistido «en introducir en un espacio tan pequeño instalaciones, seguridad y climatización».
Espacios multiusos
El resto de espacios se distribuyen en altura, salvando así el desnivel entre San Gregorio y Ruavieja. La entrada es por esta última calle, dando acceso a la sala de información, de control y exposición. Allí se muestra una maqueta del Logroño del siglo XVI, cedida y diseñada por Máximo Ramírez Solo de Zaldívar.
La planta de semisótano se reserva a la sala de proyección, donde un vano permite al visitante contemplar la parte superior de la bóveda de cañón del calado. Y en el nivel inferior, el calado, que aprovecha su alargado espacio para acoger una exposición de aperos antiguos vitivinícolas y de labranza cedidos por el agricultor logroñés Félix Rodríguez.
La inversión global del proyecto en este calado de propiedad municipal asciende a 322.771 euros. Tanto el presidente Pedro Sanz como el alcalde Tomás Santos coincidieron en subrayar la colaboración conjunta de las tres administraciones en esta apuesta que aúna patrimonio y turismo.
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