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SOCIEDAD

Cuando el café con leche se tomaba en pastillas

Solano comenzó a elaborar sus 'toffees' en 1830 con leche de burra. Cien años más tarde, Cabañas industrializó la firma, cuya fábrica cierra ahora en Tarazona

LUIS SÁENZ GAMARRA

Lunes, 21 de septiembre 2009, 03:00

La viuda de Solano -Antolina cuando ni era viuda ni anciana- tuvo su arcano, su secreto: la cocción lenta y la leche de burra.

Una fría mañana de invierno Antolina cocía el café con leche para su esposo Celestino, que era tan laborioso y fino, pero Celestino no se personó como era su costumbre. El desayuno de leche con café se quedó acostado sobre las brasas, en la cocina familiar. Doña Antolina, aplicada en los afanes hogareños, olvidada de la leche en el fuego, provocó que el sobrio desayuno de Celestino se constituyera en espeso y dulce a golpe del tibio rescoldo y arropado en el puchero de barro.

Murió Celestino y su viuda, la viuda de Solano, se aplicó a la fabricación de pastillas de café con leche con éxito creciente. Las pastillas fueron abriendo una brecha en el mercado local, lentamente, disolviéndose en el arcano gustativo de los riojanos como el dulce sabor de la tierra.

En los años veinte, y después de que varias generaciones, mantuvieran un negocio casi artesanal, la industria pasó a un sobrino-bisnieto, el ingeniero industrial Fernando Cabañas López-Castro, que la amplió y, sobre todo, la modernizó mecanizándola. Esto hizo que el producto básico se eliminara. La leche de pollina -el secreto de la fórmula- se sustituyó por la leche de vaca para poder atender a la demanda que llegaba hasta los mil kilos al día. En la época de la posguerra, para asegurar la fabricación ante la carencia de productos básicos, crearon sus propios medios productivos agrícolas y ganaderos en la Finca 'El Juncal', sita en la carretera de Soria término de Albelda de Iregua, una modélica explotación ganadera y un bello parque y chalé para sus propietarios.

Fernando Cabañas falleció en 1960, haciéndose cargo del negocio su esposa, Milagros Pastor Ibáñez, quien dotada de gran espíritu empresarial, impulsó nuevos productos y amplió y modernizó las instalaciones, con una nueva fábrica en avenida de Portugal, 12.

La última ampliación se realizó en 1970, construyendo en el barrio de Varea una moderna fábrica de gran capacidad de producción. Las nuevas instalaciones permitieron fabricar, además de las históricas pastillas de café con leche y toffees, nuevas gamas de caramelos, como los masticables Skysol. Estos Skysol, caramelos blandos, se vendieron como estopa y se masticaban como chicles sin ser chicles y se chupaban como caramelos sin ser caramelos.

Sorprendiendo a propios y extraños, el año 1988 la marca y fábrica de la Viuda de Solano fue vendida y desvinculada de La Rioja, la empresa fue adquirida por el grupo aragonés Fosforera Española, quien trasladó la producción a Tarazona, en la provincia de Zaragoza, cerrándose las fábrica de Varea, cuyo edificio se convirtió en las actuales Bodegas Ontañón.

Desde el 2004 la propietaria de la marca Solano es la multinacional Wrigley, que la ha abocado a la nada. Una golosina nacida en Logroño, de leche de burra y un olvido, no ha podido soportar tanta transacción y trasiego, y finalmente ha fenecido en brazos de una multinacional cualquiera. Nos han hurtado aquel duro pastillón que se adosaba a las muelas como un pulpo gelatinoso y dulce, que deshacíamos a fuerza de sobeteo lingual y mucha saliva, aquella bomba multicalórica de raíces riojanas se ha ido al garete. La viuda ha desaparecido sin dejar rastro, con su leche de burra a cuestas, se habrá fugado con Salustiano Orive, inventor del Licor del Polo, al cementerio de los sinsabores riojanos desaparecidos.

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