El día en que cayó nuestro muro

Los aficionados más nostálgicos del Logroñés aún saben recitar de memoria esta alineación: Casado, Pita, Noly, Salvador, Rodolfo, Güembe, Echeverría, Mendilibar, Antón, Chechu y Rus. Miguel Ángel Lotina, la gran estrella blanquirroja, lucía aquel día una imponente escayola en el pie y compartía (mala) suerte con otro histórico del club: Eraso. Ambos arengaban desde las páginas de este periódico a la afición; y ambos siguieron el histórico partido desde las gradas, con los nervios consumidos durante 89 minutos.

Era el 27 de mayo de 1984. Las Gaunas reventaba: no cabía un alfiler y todo eran banderas blanquirrojas. El Osasuna Promesas, rival de entonces, saltó a la cancha con el ánimo de impedir el ansiado ascenso del Logroñés a Segunda A. Casi lo consigue.

El partido comenzó con un gol tempranero de Echeverría, que en el minuto diez colocaba el 1-0 en el marcador de Las Gaunas. Pero los navarros aguaron la fiesta: cuatro minutos después, Ardanaz cogía desprevenida a la defensa blanquirroja y batía a Casado. 1-1. El Logroñés seguía en Segunda B.

El tiempo, entonces, se detuvo. Para lograr el ascenso, la tropa de Delfín Álvarez necesitaba marcar un tanto más. Pero no había manera. La suerte parecía caer del lado del Alavés, que había ganado en Mendizorroza y ya festejaba el ascenso. Hasta que en el minuto 89, Pita cogió un balón por la banda y golpeó lo justo para que el balón, casi sin fuerza, se colara en la portería de Roberto. «Parecía que no quería entrar -recuerda Pita-, pero al final se metió medio llorando y tuvimos un golpe de alegría como jamás hemos vivido». Y no sólo los futbolistas, sino toda la afición riojana, que sentía haber derribado una barrera histórica. «Logramos despertar a la afición riojana, que llevaba muchos años pasando del Logroñés», recordaba tiempo después Lotina. El autobús del equipo, frenado por una incontenible marea blanquirroja, tardó dos horas en recorrer el camino entre Las Gaunas y el Ayuntamiento.