Buen debut de osborne

L os tres primeros toros de la corrida de Los Recitales fueron de notable condición. En el tipo clásico de Osborne: buena y afilada armadura, cortas manos, bajos de agujas, cajas carnosas. Picado al relance y con prisa, el primero se empotró en el caballo con bravo estilo en una primera vara y empujó con fijeza en una segunda. Algo frágil, pero toro pronto. Cobró un terrible estrellón contra un burladero después de banderillas. Mermado, noble. Aunque rematara arriba alguna vez.

El segundo, que estaba con todo de pura viveza pero no de distraído, se dolió en banderillas. Falsa alarma. Pese a enterrar los pitones a comienzo de faena, se sostuvo. Con ritmo muy regular.

De los tres buenos toros de línea Osborne, el más completo fue el tercero, acogido con un coro menor de miaus. Ni Curro Díaz ni Iván Vicente ni Ambel Posada terminaron de acoplarse con esos primeros toros.

La segunda parte de corrida no fue la misma. El cuarto no salió en Osborne sino en Juan Pedro, grandón, alto de agujas, las manos por delante, medias embestidas, más de un cabezazo. Curro Díaz saboreó las mieles de ser torero consentido de Madrid: no hubo muletazo compuesto que no tuviera su eco y su jaleo. Espléndidos remates de pecho. Fue, por lo demás, tarde infausta con la espada: metisaca y bajonazo en un turno; dos pinchazos y entera caída en el otro.

Completaba corrida, de quinto, un toro de Fernando Peña, entre aleonado y abufalado. No lo llevó Iván Vicente metido en la muleta. Terciado y sacudido, pero ofensivo -finas las puntas y las mazorcas-, el sexto eran dos agujas en movimiento. Protestó el toro, que derrotó y punteó por falta de fuerzas.