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PABLO ÁLVAREZ
Miércoles, 6 de mayo 2009, 12:59
Al Palacio de los Deportes no le gustaría estar en Ciudad Real. Se aburriría. Aquí a la grada lo que le va es la emoción, y quizá sea por la costumbre. El equipo que juega en esta casa, el Naturhouse, da bastantes alegrías, pero suele ser a fuerza de sudar y penar. Así que cuando pasa lo que ayer, el Palacio se alegra, claro. Pero uno diría que casi se aburre.
Y es que el Naturhouse hizo ayer de equipo grandote. Quizá es que se había fijado en Barça y Ciudad Real, sus últimos rivales, porque aplicó su guión: marcó diferencias de inicio, cogió el ritmo y la distancia, y ya no se bajó de ahí. Y aunque el pequeño (Teucro, ayer) intentó todo lo intentable, no hubo caso. Todo lo que hacía el Naturhouse era superior.
Es cierto que al Teucro este final de liga se le va haciendo largo. Una plantilla tan corta, con gente veterana, con tan poquita rotación, sufre mucho cuando hay muchos partidos seguidos. Como ahora.
Sabiéndolo, el Naturhouse apostó por sacar provecho de esa carencia; planteó los primeros minutos a toda pastilla, mientras las piernas de los riojanos estaban intactas, y pudo correr, correr y correr. Cuando había gol, y también cuando no: porque con Gurutz Aginagalde ya temible de inicio (paró 8 de los 11 primeros balones que le llegaron) y con una defensa 6-0 rapidísima, fueron muchos los balones robados.
Roto ya
Para cuando Teucro quiso darse cuenta, el partido se había roto (4-1). Víctor Garcia 'Pillo' sabía que sus chicos debían estar pegados al partido siempre, o la cosa se le iría, de ahí su inusual tiempo muerto a los 4 minutos de juego. Pero no solucionó mucho, sobre todo porque no encontró la manera de que los suyos marcaran con algo de frecuencia.
La diferencia de juego era mucha, bastante más de la que se veía en el marcador. Si el Teucro no terminó de ver abrirse el precipicio fue por los propios errores del Naturhouse. Por ejemplo: entre el minuto 11 (con 8-4) y el 17, el Naturhouse falló tres contraataques, Gedeón se resbaló y perdió un balón en 6 metros, Pavlovic tiró un obús al palo, e Isaías fue excuido por querer seguir jugando cuando el árbitro había pitado ya. Todo bastante desafortunado, en realidad. Mérito de la defensa fue que Teucro sólo se acercara hasta el 8-6. Cuando el ataque se normalizó de la mamo de Vigo e Isaías, los riojanos volvieron a abrir el marcador hasta el 17-10 (17-11 al descanso).
El resto, en fin, estaba ya dicho. Teucro siguió intentándolo, porque no está en los genes de los gallegos rendirse; así han conseguido triunfos resonantes en las últimas semanas. Pero ayer no era su día. El 6-0 de la zaga riojana les debía parecer lo menos un 8-0: no había por donde pasar.
De vez en cuando la cosa se apretaba algo (nunca más allá de 4 goles), pero sin dar sensaación de peligro. Cuando el Naturhouse saldó con empate (1-1) una doble inferioridad, el Teucro dejó toda esperanza.
El público se entretuvo con otras cosas. Doliéndose con Isaías, resentido en su dedo herido tras un encontronazo. O regocijándose (y celebrando) con los mejores minutos de Jon Belaustegi en meses.
Así ganó un Naturhouse superior. El equipo sigue soñando en europeo: y cada vez falta menos.
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