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J.S.
Domingo, 26 de abril 2009, 20:17
A estas horas todo ha terminado. La Valvanerada ha cumplido ya su XXXII edición volviendo a demostrar que es la marcha más popular de la región. Pese al mal tiempo y las peores predicciones meteorológicas, centenares de personas de todas las edades partieron a última hora de la tarde desde Logroño rumbo al monasterio de la patrona de La Rioja. La ciudad les despidió con aire de fiesta, un ambiente que se reproduciría a lo largo del camino en todas las localidades que atraviesa.
Como cada año, esta iniciativa altruista organizada por la Asociación de Donantes de Sangre de La Rioja (Adonar) busca promover las hemodonaciones. El rojo es su color solidario y a ello contribuían los cientos de claveles que portaban los caminantes para ofrendar a la Virgen de Valvanera, obsequio de los comerciantes logroñeses. Casi cincuenta entidades públicas y privadas colaboran de un modo u otro con este evento, constituido ya en tradición. Las autoridades locales y regionales no faltan a la cita.
Con buen ánimo, pero bien preparados para lo que vendría, los 1.659 inscritos fueron tomando la salida escalonadamente entre las ocho y las nueve para dar comienzo a esta fiesta itinerante que siempre es la Valvanerada.
Calor popular
Volvió a serlo ayer en la salida desde la plaza del Ayuntamiento de Logroño. Una tarde fría y oscura (10 grados pero sin lluvia) presagiaba una noche y una madrugada preocupantes (la previsión incluía nieve en la sierra). Pese a ello, numeroso público en las calles de la ciudad aplaudió a los participantes a su paso por avenida de la Paz, Muro de Cervantes, Portales y Murrieta hasta que se fueron perdiendo en dirección a la Grajera, primer hito en la ruta.
Y sería una fiesta también para los pueblos que atraviesa la marcha hasta llegar a su destino: Navarrete a primeras horas de la noche, Tricio, Arenzana de Abajo, Baños, donde el cansancio comienza a hacer estragos entre los participantes, Bobadilla, Anguiano, la última parada antes del esfuerzo final, aunque a muchos los calambres y las rozaduras no les permiten pasar de allí.
Animando y participando en los avituallamientos, abundantes vecinos de cada lugar se vuelcan con los marchadores, que van llegando cada vez más fatigados y doloridos, pero siempre con el empeño puesto en el camino y su meta.
Un dispositivo especial compuesto por trescientas personas (entre Guardia Civil, Policía Local, Protección Civil, Cruz Roja, Ejército, Grupo Scout y la propia organización) veló por la seguridad de los participantes, que formaban una enorme hilera por caminos y carreteras.
Al final, como siempre, está Valvanera, el monasterio y la Virgen, que también habrá tenido que echar una mano a todos ellos en una velada tan larga y tan dura como ésta.
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