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MATEO BALÍN
Martes, 31 de marzo 2009, 02:47
El testimonio de los forenses que confirmaron que treinta de los cadáveres de los militares muertos en el accidente del Yak-42 fueron mal identificados dejó mal parados a los tres acusados. Médicos de la Audiencia Nacional y del Instituto Nacional de Toxicología que casi dos años después del siniestro analizaron el ADN de las víctimas confirmaron ayer al tribunal que en un féretro llegaron a encontrar restos de tres cuerpos distintos.
Ante la atónita mirada de los asistentes a la vista, el forense de la Audiencia Nacional Juan Miguel Monje, encargado de coordinar las exhumaciones e identificaciones de las víctimas en febrero de 2005, veintiún meses después del accidente aéreo, detalló al tribunal el procedimiento que llevaron a cabo en 21 de los 30 cuerpos sobre cuya filiación existían dudas, ya que los otros nueve fueron incinerados después del funeral de Estado.
El médico relató el periplo por diversos puntos de la geografía española para desenterrar los féretros y trasladarlos al Instituto Anatómico Forense de Madrid. Contó que allí procedieron a abrirlos con cierta dificultad, ya que estaban sellados con precinto de cinc. Y narró que después tomaron muestras de los restos, contenidos en bolsas que llevaban un número o nombre y número, según el caso, para cotejarlas con las de sus familiares. Una labor que resultó más ardua de lo previsto.
«En un caso, la bolsa número 7, nos encontramos con tres perfiles genéticos. Se trataba de una bolsa en la que se guardaron restos de una mano que se correspondía con el cuerpo principal y de dos piernas de otros dos cadáveres que, además, calzaban botas de distintos números: un 43 y un 45», narró Monje.
El análisis fue llevado a cabo por un equipo de forenses que declararon ayer en calidad de peritos a petición. Lo hicieron por videoconferencia y confirmaron todo lo narrado por Juan Miguel Monje. Su portavoz, Antonio Alonso, añadió que los restos exhumados fueron comparados con los perfiles genéticos de los cuerpos que el Instituto Forense de Estambul obtuvo 'post-mortem' y que confirmaron que eran «exactamente iguales y coincidentes». Una comprobación que, según los letrados de las familias, dejó claro el buen hacer de los patólogos turcos y desarmó la defensa del general Vicente Navarro, que les había culpado de cambiar las bolsas.
Antes, había comparecido como testigo Francisco Javier González Castilla, hermano de un capitán fallecido en el accidente. Aseguró que el ex ministro de Defensa Federico Trillo se reunió dos meses después de la tragedia con su padre para pedirle que suspendiera la labor que desarrollaba en la asociación de familiares, y que durante ese encuentro ni siquiera le dio el pésame.
Declaró que el Ministerio les dio la fecha del funeral de Estado el día después del accidente y puso de relieve el mal trato recibido por el que fuera número tres de Trillo, Javier Jiménez-Ugarte, cuyo testimonio ha sido solicitado por la Fiscalía. También dijo que el psicólogo que les envió el Ministerio para asistir a las familias «les intranquilizó mucho más» cuando les comentó el mismo día del siniestro que «algo olía mal en todo esto».
Al término de la sesión, el tribunal informó a las partes de la imposibilidad de interrogar a tres forenses turcos por videoconferencia por «falta de condiciones técnicas», según su embajada. La posibilidad de que el tribunal se desplace a Turquía es muy remota.
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