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R. HERRERO
Sábado, 7 de marzo 2009, 01:15
Equipos de perforación, grúas, sirenas de ambulancias y bomberos, vehículos, aviones, trenes, locales de ocio... Las zonas urbanas de España, con mayor o menor virulencia, sufren desde hace muchos años un auténtico caos acústico. Nuestro país ostenta el insalubre honor de ocupar el segundo lugar del mundo por exceso de ruido, tal como recordó el presidente de la Plataforma Estatal de Asociaciones contra el Ruido y Actividades Molestas (PEACRAM), Ignacio Sáez de Cosculluela. Un auténtico estigma medioambiental que sigue generando numerosos trastornos físicos y psicológicos. Se calcula que 12 millones de españoles sufren contaminación acústica, subraya PEACRAM. Y, según un estudio del Colegio Oficial de Ingenieros de Técnicos de Telecomunicación (COITT), una de cada cuatro personas padece ansiedad, estrés, falta de concentración y agresividad o irritabilidad por el continuo estrépito de las calles de las ciudades, verdaderas 'fábricas' de ruido.
Controlar la emisión de estas fuentes sonoras que superan el límite de la tolerancia -establecido en 65 decibelios- se ha demostrado hasta ahora harto imposible con la legislación vigente.
El estruendo diario en las grandes ciudades provoca insomnio, fatiga, problemas cardiovasculares o digestivos, síntomas psiquiátricos y debilita el sistema inmunológico. Los efectos secundarios del ruido ambiental sobre la salud, el sueño y la calidad de vida son cada vez más notorios, según un estudio médico sobre la 'salud acústica' presentado por la empresa Pikolín.
Consecuencias
Elaborado por el doctor Gualberto Buela, responsable de la Unidad del Sueño de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada, el trabajo evidencia que el ruido tiene perjudiciales consecuencias, inmediatas o de alcance más lejano, sobre multitud de aspectos relacionados con la salud. Pero la campaña de la popular firma de colchones demuestra que las quejas de los ciudadanos no se limitan sólo al 'aquelarre' acústico en el exterior de sus viviendas: casi un 30% de los españoles se quejan de los ruidos que generan sus propios vecinos.
El descanso, alivio fundamental para mantener un óptimo estado de salud, es uno de los grandes perjudicados por la contaminación acústica.
España es un país acostumbrado a generar ruido, pero este carácter 'extrovertido' es la pesadilla de muchos ciudadanos. Un 'infierno' ambiental que, como definió una sentencia el Tribunal Constitucional, puede llegar a representar «un factor psicopatógeno y una fuente permanente de perturbación de la calidad de vida de los ciudadanos»
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