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B. G-BAQUERO
Miércoles, 28 de enero 2009, 01:15
Juan José V. R., pintor de profesión y vecino del número 33 de la calle Murrieta, vivió una existencia sencilla y tuvo un despedida triste y macabra: su vida se apagaba el pasado jueves, pero su cadáver no sería hallado hasta cuatro días después. Las sospechas de sus vecinos se corroboraban el lunes, cuando la Policía Nacional se personó en el domicilio de Juan José para descubrir lo que temían: su cuerpo sin vida.
«La verdad es que no consigo quitármelo de la cabeza, pensar que el pobre hombre llevaba cuatro días muerto...», afirmaba ayer, aún afectada por la impresión de la noticia, una de las residentes del inmueble. Los vecinos de Juan José intuyeron que algo podría haberle ocurrido al anciano durante el fin de semana pasado ya que los ejemplares de Diario LA RIOJA, al que estaba suscrito desde hacía años, se acumulaban en la puerta de su domicilio sin que nadie los recogiera. «Llevábamos unos días con la mosca detrás de la oreja», explica una joven vecina, «llamamos a la puerta y, como no contestaba, otro vecino le llamó por teléfono», pero nadie respondió a la llamada. «El problema es que Juan José estaba sordo, no oía nada, así que de normal tampoco solía abrir la puerta ni coger el teléfono».
Todos sus vecinos sabían que Juan José no tenía familiares pero que recibía con frecuencia la visita de una amiga y su marido. Fueron ellos quienes finalmente llamaron a la policía el lunes.
Pese a que en un primer momento algunos testimonios aseguraron que la puerta de la casa estaba entreabierta, los vecinos lo niegan. «La puerta estaba cerrada», aseveran. Precisamente, una joven residente del inmueble recordaba que «la verdad es que llevaba una temporada muy enfermo y en el último mes había pegado mucho bajonazo, se estaba apagando».
Todos sus vecinos hablan de Juan José con cariño y confirman que no tenía familia. Nunca se casó y al parecer tampoco tenía hermanos. «Vivía aquí de toda la vida. Estaba alquilado y compartió la casa con su madre hasta hace once años, cuando ella falleció y él se quedó solo», explica un vecino. Tan solo se quedó que, de hecho y según ha podido saber Diario LA RIOJA, ningún familiar del fallecido había reclamado su cadáver en el tanatorio hasta ayer por la noche; su compañía de seguros correrá con los gastos de enterramiento.
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