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PABLO ÁLVAREZ
Miércoles, 28 de enero 2009, 10:14
Y puede que les faltara tensión. A la afición riojana no le apeteció ir ayer al Palacio. Es normal: se habrán olvidado del balonmano tras otro de esos descabellados parones de esta liga. Como mucho 400 (siendo optimistas) se acercaron. Con la grada así, los jugadores no hicieron por calentar el ambiente.
Y en fin, entre distracciones y distensiones, el partido acabó siendo deplorable. Es raro aburrirse en un partido con 75 goles, pero así fue. Lo único bonito de ver fue que Pamplona puede estar orgullosa de su cantera. Menos mal que había poca gente: un Portland con 9 jugadores, de los cuales unos cuantos eran del filial, fue suficiente para dejar en la cuneta a un Naturhouse con una actitud deplorable que, al final, dio hasta cierta pena.
Buen inicio
No al principio. Los riojanos empezaron bien (3-0) y dominaron la situación durante los primeros 15 minutos, con ventajas de entre 2 y 4 goles. Era una lástima lo de Pavlovic, el jugador más en forma de los anteriores amistosos, que duró dos minutos: hizo un golazo y se fue con la ceja rota. Pero esperemos que su mejoría no sea un espejismo.
El Naturhouse defendía bastante bien, hasta que dejó de hacerlo. Y atacaba sin errores, con un Vigo soberbio y un Stojanovic matador. Muchas defensas no había, la verdad; cuando Portland empezó a encontrar huecos por el centro (con Juancho Pérez dejando en evidencia a la defensa), el marcador se igualó. Un 'ex', Josep Masachs, puso el empate con un gol sobre la bocina del descanso.
La segunda parte volvió a empezar bien, con un 1-4 de parcial hasta el minuto 4 (23-21). Y a partir de ahí, la estampa fue desoladora. Portland acabó metiendo 40 goles, cifra casi sonrojante por lo que viene a decir de la defensa de los riojanos: como si no estuvieran. Tampoco hubo portería (una cosa y la otra suelen ir juntas) y al final hasta el ataque se contagió. Hubo pruebas, claro, con Parra o Isaías en el centro. Y bajas, claro. Pero ellos tenían más.
En fin. Portland acabó ganando porque lo quiso más. Tiene bemoles: un grande en cuadro quiso más que los locales. El Naturhouse no tuvo tensión ni actitud, y sí muchos pajaritos. Y así, es un equipo mediocre.
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